Tras
el disgusto de no haber podido participar en la carrera de Las Lagunas,
nuestra carrera, por una fascitis que me ha tenido 33 días sin calzarme
las zapatillas, vuelvo de nuevo a la carga en Socuéllamos. Tan solo un
mes de preparación, pero las sesiones de bici que he podido meter
mientras descansaba la fascia han sido cruciales, llego al 30 de
octubre en un buen estado de forma.
Siempre
queremos más, eso es así, pero por esta vez, voy a ser conformista.
Resumiendo: la carrera salió como tenía que salir, y punto.
Con
el aliciente de conseguir un jamón y un queso por número de atletas del
mismo club llegados a meta, los laguneros conseguimos formar un grupo
de 17 aguerridos corredores.
La historia de cada uno varía en condición a sus pretensiones, sus entrenamientos, su estado de ánimo...yo contaré la mía.
Miento
si digo que no estaba nervioso, han sido muchos días sin colocarme un
dorsal. También había elegido llevar un ritmo osado, muy al límite de lo
que había hablado mi cuerpo en los entrenamientos de calidad, pero así
soy yo, y eso nada puede cambiarlo.
La
idea es acompañar a Uti, saliendo a 4 minutos el kilómetro y, según se
desarrolla la carrera, aflojar o apretar; sencillo, ¿verdad? El caso es
que desde el primer momento llevamos el plan al pie de la letra, es una
de las ventajas que tiene correr con alguien tan experimentado. El
habernos puesto bastante delante en la salida ayuda a que no sean muchos
los corredores que hagan de freno por delante, tampoco estorbamos
nosotros a nadie. La calle de inicio es ancha y los pocos
adelantamientos que se ven son sin peligro (jo, esto parece la fórmula
uno).
El
domingo se nos juntaron dos cambios, el de hora y el climático. No
hacía frío precisamente, pero tampoco mucho calor, casi casi la
temperatura perfecta para ir rápido.
Mis
piernas van respondiendo muscularmente a la perfección, la fascia no se
queja en absoluto y las últimas molestias que había tenido desde
principio del verano en la rodilla izquierda tampoco quieren aguarme la
fiesta. La cosa pinta muy bien.
El
primer kilómetro lo clavamos 4'01", el segundo transcurre en una
ligerísima subida y lo hacemos en 4'06", cosa lógica y nada preocupante,
ya que tenemos margen para recuperar si fuese necesario.
El cronómetro sigue estando de nuestra parte y con el ritmo ya bien memorizado, llegamos al kilómetro 3 en 4'03".
Los
organizadores, tras algunos cambios en el recorrido, han conseguido
quitar los pocos giros bruscos que había en ediciones anteriores. Con
este trazado llevamos ventaja los que entrenamos en La Mancha,
pataleando los largos y llanos caminos que la atraviesan, corriendo a
velocidad continua, aparentemente sin esfuerzo (aparentemente, ja!).
Antes
de llegar al cuarto kilómetro empiezo a tener una desaforada sensación
de sed y no veo la hora de llegar no a éste, si no al siguiente, que es
en el que preveo hayan puesto el avituallamiento.
Con
la mente puesta en disfrutar del líquido elemento, picamos el 4 en
4'02", y poco a poco vemos que el objetivo de bajar de 40 minutos (sí,
esa era nuestra idea) se va esfumando, ya que los pocos segundos que
llevamos de exceso se acumulan y las dudas de terminar fuerte empiezan a
surgir.
Pero
no será esa la principal traba a nuestro plan, ya que un pequeño dolor
de estómago empieza a hacer acto de presencia en mi persona.
Kilómetro
5, buen ritmo, 4'00". Las piernas van de lujo. Me puedo permitir
acortar o alargar la zancada al gusto para salvar alcantarillas, adelantar
a otros corredores, voy encantado. Pero el estómago duele cada vez más y
mi cuerpo empieza a pedir un respiro. Me cuesta mucho trabajo seguir a
este paso, pero la experiencia que me han dado las diferentes carreras,
mucho más largas, en las que he participado, me dice que puedo
exprimirme mucho más, aguantar sin problemas hasta el final; eso sí, no
trates de ir más rápido que la cagas.
Comienza
de nuevo la ligera subida antes del kilómetro 6, nos acomodamos detrás
de un corredor que, por los pelos (blancos) adivinamos, es veterano.
Aflojamos el paso, vamos a darnos una pequeña alegría.
Hasta
ahora, perdón por no haberlo mencionado antes, hemos ido adelantando a
decenas de corredores, y así vamos a continuar hasta acabar, señal de
que nuestra carrera ha sido muy bien planteada (aunque veremos más
adelante que alguien la planteó mucho mejor).
4'14",
es lo que tardamos en alcanzar el 6. Ahora al corredor que adelantamos
es nuestro compañero Javi Romo (el Rapi), que se niega a acompañarnos,
ya que va fundido.
Al
pasar el 7 le digo a Uti que si quiere ir más rápido no se lo piense,
que no se preocupe por mí, ya me las apañaré, pero va igual que yo,
deseando ver la meta y forzando para mantener los discretos 4'09" que
nos salen en este parcial.
Poco
después, sobre el kilómetro 8, que pasamos en 4'10", veo unas sombras (y
no chinescas) sobre mi cabeza, y antes de adivinar de quién se trata,
nos saluda con gran felicidad el amigo Floren. Ya nos había advertido
que iría recogiendo cadáveres antes de acabar, y, efectivamente, acaba
de dar con dos fiambres.
Vamos
juntos hasta el 9, que gracias a su compañía, bajamos un pelín, a
4'06". Es entonces cuando poco a poco nuestro compañero da rienda suelta
a sus zapas y empieza a dejarnos atrás.
Yo
trato de seguirle unos metros, me giro, buscando a Uti, pero lleva mala
cara y trato de pegarme a Floren. Las piernas responden muy bien, pero
el dolor de estómago se acentúa y pienso que no merece la pena sufrir
por arañar unos segundos.
Se
hace muy largo, pero ningún kilómetro es eterno, ni siquiera el último.
Rodeamos la iglesia, pasamos varios arcos y acabo en 40'54" (mejor
marca del año, que pena). El último ha salido en 3'49".
Como
decía al principio, salió lo que tenía que salir, ni más ni menos. 188
de más de 1000 llegados a meta, 20º veterano C, de 125, creo que voy a
conformarme ;)CLASIFICACIONES