lunes, 6 de octubre de 2014

XVIII Media Maratón Alcázar de San Juan, 06-10-2014

Ya he perdido la cuenta de las ediciones que he participado en esta preciosa carrera. No me cansaré de recomendarla a todo el mundo, ya que la organización se vuelca con los corredores y el circuito invita a ir rápido y buscar marca personal. Este año creí que no podría correr, ya que he pasado todo el verano lesionado y con muy pocos entrenamientos. De hecho, desde el mes de junio, la distancia más larga que había entrenado no llegaba a 15 kms. Pero las buenas sensaciones en los entrenos de calidad me hicieron envalentonarme y probar suerte.
La noche del sábado duermo de lujo. Aunque estuve toda la tarde de barbacoa en casa con la familia, supe contenerme y no comer demasiado; me acosté pronto y descansé, no se puede pedir más.
Al café nos juntamos casi todos los que íbamos a correr, además de algún acompañante, o sea, Mónica, Uti, Floren, Ignacio, Fillo, Casero, Juanan y yo. También algunas chicas del pueblo vinieron con nosotros para hacer la carrera de la mujer, con un buen resultado.

La recogida del dorsal se ha convertido en un ritual en el que buscamos caras conocidas para saludar y preguntar ritmos, entrenamientos, dolores ... o sea, las mil historietas (la mayoría mentirijillas) que nos contamos entre corredores. Entre la multitud aparecen nuestros amigos Vanessa y Julio. Nos comentan que no van a competir, pero una vez con el dorsal puesto, Julio no supo resistirse y salir a todo trapo.
Breve calentamiento y a la línea de salida.
Me pego a Uti. La idea es salir cómodos hasta el Hospital y luego buscar un buen ritmo de carrera, tratando de parar el crono al final en menos de 1:27. La primera parte sale de libro, después no somos capaces de ir más rápido de 4'10" el mil, ya que el sol pega de lo lindo y las piernas no nos responden.
Enseguida llegan por detrás Ignacio y Floren, y entre bromas nos dicen que así no logramos el objetivo propuesto. Ellos planean ir más despacio, pero no se despegan de nosotros...¿qué estarán tramando?

Antes del paso por el quinto kilómetro ya empiezo a llevar malas sensaciones. Voy congestionado, no puedo respirar bien y sudo muchísimo, teniendo que limpiarme los ojos cada dos por tres, echo de menos la gorra. Últimamente no me la pongo para que se me reconozca en las fotos, pero he aprendido bien la lección, es un complemento que uso casi siempre que entreno y a partir de ahora va a primar mi comodidad.
El kilómetro 10 lo pasamos en unos 42 minutos. Noto que poco a poco me voy apagando y por mi cabeza solo ronda el pensamiento de que no podré llegar a ese ritmo a meta. Es demasiado rápido, seguro que me voy a desinflar y terminaré andando...
En la rotonda de la grulla están nuestros acompañantes animando, subiendo la moral; pero yo tengo un pequeño hueco que no se llena, a pesar de las ganas que ellos le ponen. Es como si hubiese llegado al famoso muro del maratón, pero en tan solo diez kilómetros.


 Y en ese punto decido, con todo el dolor de mi corazón, dejar solo a Uti. Espero unos segundos a Floren e Ingacio y me pego a ellos. La primera impresión no es buena. Vamos tan solo a unos 10 metros de nuestro compañero y entrenador, llevando el mismo ritmo. Entonces me digo a mí mismo ¿que narices haces, dejas solo a Uti para seguir corriendo igual de rápido?
He participado en muchas carreras. En la mayoría de ellas me he entregado al máximo. Pero el domingo no era capaz de sacar de dentro lo necesario para terminar dignamente con mis compañeros. A pesar de todo, les aguanto unos 5 kilómetros más y nuevamente en la rotonda de la grulla me doy por vencido, terminaré solo, sin sufrir lo más mínimo.
No quiero ser un lastre para ellos, así que después de coger una botella de agua en el último avituallamiento aflojo un poco y los dejo marchar. Me tomo unos segundos para respirar y tratar de buscar algo que me motive para no perder la concentración y acabar parándome y sentándome en una acera.
Enseguida empiezan a adelantarme muchos corredores. Con algunos hago la goma, pero termino quedándome atrás. Trato de respirar acompasadamente con mis zancadas. Noto que el corazón no va más rápido de la cuenta, pero no miro el Garmin nada más que para comprobar el paso por cada kilómetro, nada de pulso, ya lo veré en casa, delante del ordenador.
Sobre el kilómetro 18-19 me adelantan una mujer y sus dos liebres. La pobre va sufriendo, pero la llevan en volandas con sus ánimos. Intento pegarme a ellos, pero lo descarto enseguida, no voy a sufrir lo más mínimo.
Este pensamiento sepulta cualquier intento de ser competitivo. En cuanto me acelero un poco, algo dentro de mi dice STOP, más despacio. Y no puedo vencerlo, hoy no.
Hago los últimos cálculos sobre el crono final, algo menos de 1:29 si acabo a 4 minutos el mil... ¡ja! ni de coña.
Ni sprint final, ni grandes zancadas, ni tratar de arañar un segundo ... me dejo caer hasta meta.
Al menos hay algo bueno al terminar: me esperan Floren e Ignacio, ambos han rebajado sus mejores marcas en la distancia. Su alegría por fin acaba con mi derrotismo y en lo que queda de jornada todo son risas y derroche de compañerismo. Hermanito, siento mucho haberte tenido toda la carrera con el bidón de agua, espero poder recompensarte ;-)
El próximo objetivo será el 10000 de Socuéllamos. Si todo va bien, será un test de mi estado de forma para decidir cual será el siguiente maratón.