domingo, 15 de noviembre de 2009

La rehabilitación


Estoy seguro que alguna vez he utilizado este título con anterioridad. Y es que la vida de los atletas del montón es así, ahora corro, ahora me lesiono, ahora rehabilito ... cada dos por tres.
Después del accidente en Alcázar he vuelto a entrenar de nuevo tanto a pie como en bici. Estuve casi una semana parado, con dolor en el cuello (que todavía conservo) y de nuevo comienzo con suavidad mis correrías.
La bici bien, he salido tanto por carretera como por campo y no puedo quejarme. Bueno, en realidad me quejo de lo de siempre, de la falta de tiempo para más.
Corriendo también voy mejorando. Había salido tan solo un par de veces, treinta y algunos minutos a ritmo tranquilo (lo de siempre, a 5' el mil) y el martes coincidí con Floren por el paseo de las lagunas. Como ya era de noche quedamos para entrenar hoy, domingo, y explayarnos todo lo posible. A las 8'30 ya estábamos listos. No ha hecho frío, pero yo he preferido abrigarme un poco más de la cuenta antes que empeorar este maldito resfriado que no termina de irse.
Del entrenamiento poco que contar, se nos han pasado volando los 14,7 kms; y es que no nos falta conversación en todo el tiempo. Hemos ido a una media de 4'54'' el mil, cosa que no está nada mal para mi estado de forma. Ahora toca continuidad y mejoría. Me gustaría hacer alguna serie a partir de la próxima semana ... ya veremos.

El de la foto dice que se va a comer el mundo, mirada desafiante tiene el tío, jeje.

miércoles, 4 de noviembre de 2009

Crónica exagerada de un accidente ciclista.

Antes de comenzar diré, para que nadie se alarme, que la aventura que estáis a punto de leer está algo exagerada, con el fin de entretener al máximo y darle algo de color a una simple caída con la bici que, por desgracia, me tocó vivir ayer en mis propias carnes.

Andaba yo metido por el foro de rutasporalcazar cuando encontré un hilo en el que se habla del X DUATLON CROS DE ALCÁZAR DE SAN JUAN .
Me pongo a leer y con tanto comentario sobre el circuito no deja de picarme la curiosidad. Mira que tiene que ser divertido hacerlo un día de estos...
Pero claro ¿a quién le digo yo que me lo enseñe? Pues nada más hacerme esta pregunta veo que mi buen amigo y compañero JavierE, recientemente coronado como Titán de la Mancha, se lo sabe de memoria. Ni corto ni perezoso me pongo en contacto con él y le pido el gran favor. Por supuesto, accede encantado. Nunca habíamos salido en bici juntos, así que disfrutaremos el doble.
Quedamos temprano. Salgo de casa a las 16:00 con la barriga bien llena de arroz, que no falten los hidratos, no sea que este mostro sobre pedales me de una buena paliza.
Llego al polígono industrial de Alcázar y allí me lo encuentro, con una sonrisa dibujada en la boca y deseando mostrarme la ruta de los duatletas.
Sorteando toda clase de vehículos y peatones llegamos al cerro de los molinos. Me explica rápidamente por dónde es... pero, yo no veo ningún camino ... que cosa más rara. Subimos hasta el merendero, él con el plato chiquitín, yo, gran ciclista (!!) con el mediano. Nuevamente esquivamos a cuatro viandantes que parecen no vernos y Javi se sale de la carretera. Hay una pequeña senda que me había pasado desapercibida. Le sigo, como no. Enseguida veo unas piedras que cortan la susodicha senda y nos obligan a tomar un camino diferente; yo pienso: 'este se ha equivocao'. Pero no, no se ha equivocado, resulta que el circuito discurre por ahí, por medio de ninguna parte, entre piedras, pinchos, rampas y hoyos.
Voy muy pegado a él, así que decido separarme un poco, más que nada para no subirme a su lomo en una de las pronunciadas bajadas. No tardo en pensar "¿pero que narices hago yo metiéndome en estos berenjenales?". En varias ocasiones tengo que poner el pie en el suelo para no caer, mira que soy torpe! Tres o cuatro frenazos, dos o tres rampas cortitas, pero en las que se me encabrita la bici y llegamos al terreno fácil. Javi se detiene y me explica que ahora bajaremos y cruzaremos el camino para subir al Sagrado Corazón. Pues nada, tú delante y yo te sigo. Nada más coger algo de velocidad, cuando quiero darme cuenta, estoy en el suelo. No recuerdo como ha sido, supongo que una piedra ha hecho girar mi rueda delantera frenándome en seco y llevándome a tierra a toda velocidad. El caso es que ahora estoy masticando arena y algo mareado. Tanto que tengo que buscar un sitio sin abrojos en el que sentarme y esperar que se pase el susto. Sangre por la nariz, sangre por la boca, sangre en la rodilla, sangre por los dedos ... leche! estamos de matanza o que!!!
Sin perder un segundo, mi acompañante corre a mi lado y pregunta como estoy. Bien, bien, machote que es uno, no voy a quejarme! pero lo que estoy deseando es ponerme a llorar como una nenaza ya que me duelen hasta las pestañas.

Más o menos como el señor de la foto acabé yo, claro que, como seguro que tengo la boca más grande, más arena que tragué.
Rápido vistazo a la bici ... está bien, no tiene apenas rasguños (jo, que suerte). Seguimos. ¿Seguimos?¡aaayyyy maaaddrreee!
Cruzamos el camino y en la siguiente pendiente se me sale la cadena. Mira que bien. Con la cabeza todavía aturdida, casi no soy capaz de volver a subirme una vez subsanada la mini-avería. Venga hombre, un poco de ganas, que pierdes a Javi.
Nos metemos entre los pinos. Lamentable espectáculo nos encontramos, todo lleno de botellas y bolsas vacías, fruto del botellón ¡pero que trabajo les costará a estos guarros dejarlo limpio!
Seguimos ascendiendo y ahora es Javi el que casi va al suelo, se le encabrita la Orbea y tiene que poner ambos pies en el suelo, va pinchado y es complicado hacerse con el control de la burra. Yo tengo que parar, ya que la senda es muy estrecha y no puedo adelantarlo. Nuevamente no soy capaz de encajar las calas en los pedales, se me va la cabeza.
Termino de subir como puedo y ¡oh cielos! ¡una pájara! ¿una pájara? si, si, pájara, o más bien pajarón. Me siento en el cuadro de la bici, todo me da vueltas, bebo agua, respiro, acacho la cabeza, la levanto y enseguida me doy cuenta de que por mucho que lo intente, no seré capaz de terminar el recorrido. Aprovechando que mi compañero ha pinchado le digo que lo mejor será regresar. Claro, en cuanto me ve la cara se ofrece a traerme en coche a casa ... ¡no hombre, no, si estoy bien! (ja!)
Como no podía ser de otra manera, el camino de vuelta a casa con viento en contra ¡pero que ricamente!

El cuadro de la bici tiene algunos arañazos, el casco, también, pero bastante menos. A mi me duele la mandíbula, el cuello, la rodilla y la muñeca izquierda. Descanso forzoso.