domingo, 20 de diciembre de 2015

I Carrera Popular Mascaraque en marcha.

    En cuanto vi en el cartel que era a favor de AFANION, corrí buscando mi agenda para ver si libraba. Afortunadamente, así era, así que ya solo quedaba inscribirme con Ali para solidarizarnos con una buena causa a la vez que nos divertimos practicando nuestro deporte favorito.
    Ha pasado poco más de un mes del maratón de Valencia y los entrenamientos van viento en popa. Estoy asimilando muy bien todo, empezando suave y con poca distancia, y aumentando paulatinamente la intensidad y duración de los rodajes. Con la intención de ser competitivo en la San Silvestre de Villacañas, me presento a Mascaraque a modo de test, así sabré aproximadamente el ritmo que puedo llevar el 31.
    A última hora unas molestias estomacales y una noche demasiado larga en el hospital (de acompañante) hacen que nuestra participación penda de un hilo. Pero con la voluntad suficiente, no hay excusa que valga.
    La mañana es fresquita, pero la previsión es de temperatura agradable y nada de viento. Recogemos el dorsal y calentamos juntos Ali y yo, intentando averiguar el recorrido de la prueba. En la organización nos dicen que es a una sola vuelta, así que teniendo en cuenta lo pequeño que es el pueblo, seguro que salimos a terreno rural. Dentro de población hay algunos giros de 90º, trato de mentalizarme que no debo ir demasiado derpisa, que con este chasis de casi metro noventa, me puedo ir contra las paredes si me paso con la velocidad jijiji.

    Cuando estamos acabando con el calentamiento comienza a dolerme ligeramente la cadera derecha, igualito que en agosto. Ya había tenido un aviso el jueves, y creí que con el descanso del viernes y un ibuprofeno se pasaría, pero la cosa no pinta muy bien. A pesar de todo, decido intentar correr, eso sí, colocándome por el centro del pelotón, para no estorbar demasiado.
    Con un pelín de retraso sobre la hora oficial, se da la salida. La calle es muy estrecha y enseguida se hacen dos giros a derechas. Procuro no desbocarme, y aunque adelanto a varios niños y niñas que se me han colocado delante, sujeto bien el ritmo desde el principio.


    Desde los primeros metros voy algo molesto, pero "me deja correr". Salimos del pueblo y veo que delante irán cerca de 60 corredores. Pasamos el primer kilómetro por debajo de 4 minutos y, como siempre pasa en estas carreras, ya van las locomotoras bufando y resoplando por el exceso en la salida.
    Antes del segundo kilómetro adelanto a cerca de veinte corredores. El circuito es bastante llano, y el firme muy bueno, aunque a mí se me antoja algo cuesta arriba. Aunque voy continuamente adelantando gente, mi ritmo es reservón y llego al segundo km a ritmo de 4'02". En este punto hay un puente, que subo sin dificultad. Justo arriba acelero un poco y trato de alcanzar a más atletas que me preceden. Van cayendo poco a poco y a la que me descuido, soy yo el adelantado. Es un corredor muy alto, debe tener unos 30 años, y en un análisis rápido, veo que si me pego a él, me llevará un buen tramo a "ritmo", adelantando puestos. Dicho y hecho, me convierto en su sombra y, al cabo de unos 300 metros, se viene abajo... vaya, con eso no contaba. Poco antes había contado a "grosso modo" los corredores que llevaba delante, unos 40. A partir de ahora será más difícil mejorar puestos.
    Kilómetro 3, a 3'59". Continúo con algo de molestias, aunque ahora es algo menor. Como tengo todavía la cabeza en modo maratón, el pensar que ya llevo la mitad y que no queda nada para terminar, hace que me olvide del dolor y que ni me moleste en vigilar el pulsómetro.
    Alcanzo a otro corredor veterano. Me pego a él unos metros, pero enseguida se abre a la izquierda y me deja paso libre. Decido tomarme un pequeño respiro y llego al cuarto kilómetro en 4'06". Regresamos al pueblo y si hubiese ido en modo "competición" sería el momento de cambiar el ritmo. Pero no, hoy voy a disfrutar de la soleada mañana, no tengo ganas de que se me salga el corazón por la boca.
    Kilómetro 5, a 4'05". El último mil es ligeramente cuesta abajo. Delante llevo un chaval muy joven, otro que seguramente es de mi categoría, y un tercero, al que no logro ver la cara. Venga, un último apretón, a ver si adelanto al menos a uno (pero sin pasarse). En chaval cae enseguida, va fundido el pobre, pero el de mi categoría sigue a la misma distancia. Miro el Garmin y veo que voy a 3'50"... venga, pues mantengo así...
    Un par de giros más y llego a un grupo de niño que en lugar de animar iban contando atletas. Cuando llego a su lado suena el 33. Me giro y les pregunto ¿cual habéis dicho? ¡TREINTA Y TRES! contestan a lo unísono. Vaya, pues si que he adelantado gente. Miro hacia atrás y no veo perseguidores con canas (jeje), aflojo un poco, encaro la calle en la que está la meta, sonrío a Aurelio, que está con sus fotos y paro el crono en 24'02", habiendo corrido el último mil en 3'49". Puesto 33, 15º de la categoría. Me doy por muy satisfecho.

    Sin perder ni un segundo, me pongo una camiseta seca y voy en busca de Ali con una botella de agua. Decido hacer el circuito al revés, y por suerte, en un giro, en lugar de seguir la línea marcada, la distingo a unos 200 metros, antes de llegar al kilómetro 5. Me pongo rápidamente a su lado y le doy para que beba un poco. Va muy tranquila y me dice que ha tenido que parar a estirar porque le molestaba el sóleo. Conmigo tiene que volver a detenerse, porque sigue algo tocada, aunque el último kilómetro lo hace del tirón, acelerando en la parte final. Termina tercera de su categoría, otra copa para la vitrina!



Muchísimas gracias a Aurelio Gomez Castro por las fotos y vídeos.
AQUI  podéis ver las fotos de Aurelio y AQUI las clasificaciones.

martes, 17 de noviembre de 2015

XXXV Maratón Valencia Trinidad Alfonso

    El viaje comenzó el año pasado. La idea era buscar un maratón lo más llano posible para batir mi mejor marca en la distancia (2:59 en Madrid). El 3 de febrero ya estaba inscrito a Valencia. Pero más de seis meses de lesiones continuas me hacían dudar del objetivo principal. La parte positiva era que seríamos muchos laguneros los que correríamos, así que tenía compañía asegurada, y eso te da un plus en una carrera tan larga.
    Después de febrero la cosa no mejoró en absoluto. Aunque seguía entrenando y participando en carreras, mi estado de forma había bajado bastante, y para colmo, las lesiones no cesaban. Las últimas fueron unas molestias en isquios y aquiles. Una buena tarde, entrenando con Coco y Uti, decidí no parar, a pesar del dolor. Si había que regalar el dorsal de Valencia, se regalaba, pero ya no aguantaba más. Por lo visto, mi cuerpo necesitaba más kilómetros, más caña, porque desde ese día, todo fueron mejoras.
    Adapté el entrenamiento para intentar hacer tres horas justitas, muy cerca de mi mejor marca. Todo iba sobre ruedas, y a pesar del batacazo en la media de Alcázar, comencé a asimilar entrenamientos de forma increíble. Por fin, todo venía de cara.
    Pero el maratón necesita muchos factores a favor y ninguno en contra, así que nada de tirar cohetes. La experiencia me dice que tan solo un detalle negativo y adiós carrera. En la semana de tapering, resfriado. A pesar de ello, la moral estaba muy alta, ya que iba a ir acompañado del mejor corredor de maratones de Villafranca de todos los tiempos, el amigo Uti, y su templanza me haría regular a la perfección para, al menos, acabar con garantías.
    El viaje y las vivencias con los compañeros del Club Atletismo Las Lagunas, con Marisa y Ali, lo he reflejado en una crónica paralela que podéis leer PINCHANDO AQUÍ
    Y llegó el esperado día 15. El único calentamiento que hice fue la caminata del hotel a la salida, a sabiendas de que los primeros minutos de carrera serían lentos, hasta que el grupo comenzase a estirarse. El método de posicionamiento en la salida elaborado por la organización me encantó. Entrábamos por la parte de atrás de cada cajón, y de esa forma, no había apelotonamiento; conforme llegabas, te ibas hacia adelante, sencillamente perfecto. Cinco minutos antes del pistoletazo, los 25000 participantes (entre maratón y diez mil) y el público asistente, guardamos un minuto de silencio en memoria de las víctimas del atentado en París. He de confesar que el respeto y el absoluto silencio hicieron que casi se me saltaran las lágrimas.
    Inmediatamente salieron los participantes en "handbike", y sin previo aviso, el resto. Decido pinchar el crono en ese momento, pero al movernos tan despacito se detiene automáticamente, ya que lo tengo configurado para activarse cuando ya voy trotando. No le doy mucha importancia, ya que correremos más bien por sensaciones.
    El primer kilómetro, a pesar de la aglomeración, lo pasamos en poco más de cuatro minutos y medio. Poco después ya podemos ir regulando perfectamente en las anchas calles de Valencia.
    Antes de llegar al kilómetro dos, la humedad hace que sudemos mucho más de lo habitual, pero somos expertos en estas lides y no se nos escapará ni un avituallamiento sin reponer líquidos.
    Poco a poco, la musculatura va calentando, adaptándose al asfalto. La temperatura es perfecta, y una fresca brisa mediterránea nos mantiene bien refrigerados. Después del kilómetro 7 subimos ligeramente el ritmo y en la Avda. Dels Tarongers adelantamos al práctico de las 3:15. Es en esta avenida cuando tenemos la suerte de poder cruzarnos con nuestros compañeros, primero con Fillo, que lleva un gran ritmo, y después con el grupo de Floren. Nuestros ánimos están en lo más alto, corremos alegres, la gente lee el dorsal y nos llama por nuestro nombre, tenemos muy claro que hagamos la marca que hagamos, hoy vamos a disfrutar como en ningún otro maratón. Hasta aquí el público ha sido numeroso, aunque había alguna calle algo más triste; pero pocos metros después, sobre el kilómetro 10 (que pasamos en 45 minutos oficiales), la cosa cambia totalmente; apenas se ven huecos en las aceras, la gente incluso se encuentra en la misma calzada, gritando y aplaudiendo como si fuésemos el grupo de cabeza. El único tramo que recuerdo menos concurrido (que no desierto), es el Bulevar Periférico Norte, ya que transcurre a las afueras de la ciudad.
    Subido en esta nube de positividad dejo de darle importancia al cronómetro, ya no me importa acabar en el tiempo previsto o media hora más tarde, lo que estoy viviendo ha eclipsado mi vena competitiva y la ciudad, el público y la compañía hacer que haber estado allí sea desde ese momento una victoria.
    Llegamos a la mitad de la prueba, km 21,097 en 1:34:22 oficiales y le digo a Uti que si somos capaces de doblar, a pesar de no ir a la velocidad que habíamos planeado, la marca será todavía muy buena. Por desgracia, su respuesta no es tan optimista como mi afirmación. Empieza a mostrar dudas y me dice que no lleva buenas sensaciones, que seguramente no acabará conmigo la carrera. Le contesto que de eso nada, que bajamos el ritmo lo que necesite, pero que no voy a abandonarlo.
    En el kilómetro 24 están esperando nuestras chicas. Nos colocamos en el lado izquierdo y a unos 200 metros ya distingo a Ali entre la gente. Comienzo a agitar los brazos para que nos localicen e inmediatamente las veo saltando.


    La alegría es tal, que no dejo de mandarles besos.
    Mas este subidón dura bien poco. Uti ya va unos centímetros por detrás, y esto solo significa que le cuesta ir a mi ritmo. No dejo de darle ánimos, pero en el avituallamiento del kilómetro 25 se frena bruscamente y se despide de mí. Sus palabras de aliento consiguen convencerme y continúo sin él, esperando que en cualquier momento logre alcanzarme de nuevo, cosa que desgraciadamente no sucederá.
    A partir de ahora comienzo una carrera totalmente diferente. El recuerdo del atleta fallecido en la última edición de la Behovia me hace ser más prudente, si cabe, y no aumentar el ritmo que llevo. Empiezo a controlar el pulsómetro y veo que todavía estoy en "buenas condiciones", por debajo de 160 ppm, bien.
    Antes de llegar al kilómetro 30 tengo la suerte de coincidir con una pantalla gigante en la que se retransmite en directo el final de la carrera. Un corredor que va a mi lado comenta conmigo lo espectacular del récord en suelo español conseguido, 2:06:13, batido por el keniano John Mwangangi.
    "No puede haber más gente animando" pensaba yo ... y estaba equivocado. Conforme pasan los metros, más público inunda las calles; es tal, que hay tramos en los que no cabemos tres corredores en paralelo. Aunque haya a quién eso le parezca molesto, el hecho de que te animen llamándote por tu nombre, de que ni siquiera pudiera escuchar el pitido del gps al paso de cada kilómetro, hace que las pocas ganas que te quedan ya de correr desaparezcan por completo y que lo de "la soledad del corredor de fondo" sea únicamente un estado mental. De veras que es imposible detenerse ante tal desbordamiento de aplausos. Claro que esa es mi apreciación personal ... cualquiera que haya corrido o presenciado la parte final de un maratón, sabrá que más de uno tiene que ponerse a andar (si los calambres y las fuerzas lo dejan, claro).
    Desde hace varios kilómetros me lleva doliendo un dedo del pie, concretamente el lugar donde debería encontrarse la uña. Voy convencido de que se me ha caído y habrá una buena carnicería ahí debajo. Las ingles y las axilas también me escuecen bastante, ya que el sudor ha derretido la vaselina que me di a primera hora y no encuentro en ningún avituallamiento donde darme una buena mano de lubricante. Afortunadamente, adelanto a un ciclista de la organización que lleva un tarro y me unto generosamente las zonas doloridas.
    Cuando creí que ya no me encontraría al tío del mazo, orgulloso de mí mismo, de haber sabido regularme, zasca!! "en to la boca"!! justo antes de llegar a la plaza de toros, el lugar que nos había augurado Floren...

    Por suerte, con tal cantidad de gente animando, el temido momento que odia todo maratoniano se hace más llevadero. Uno tira de experiencia, conocedor de que, con un poquito de aguante, la sensación de flojera irá desapareciendo y la proximidad de la meta hará que las piernas no necesiten ninguna orden del cerebro, ni del corazón, para terminar.
    En el momento que distingo la bellísima Ciudad de las Artes y las Ciencias, respiro tranquilo, me dejo llevar por el griterío y acelero suavemente. En las últimas curvas, cuando creí que no podía sonreír más, escucho los gritos de un grupo de laguneros entre los que se encuentran Sonia, Jesús, Elena, Petra...
    Un pequeño esfuerzo más y la espectacular e inigualable meta de Valencia queda atrás, quedando así completado mi sexto maratón con un tiempo neto de 3:09:24. La única idea que me ronda desde ese momento es que voy a tardar bastante en volver a correr los 42 kms ... o no??
CLASIFICACIONES


viernes, 9 de octubre de 2015

XIX Media Maratón de Alcázar de San Juan, memorial Mariano Rivas Rojano.

    Querido nieto, en mi larga vida he obsevado que existen diferentes tipos de corredores: aquellos que corren para obtener la victoria sobre otros, los que solo buscan la experiencia de participar y aquellos que sueñan con vencerse a sí mismos y explorar sus límites. Entre estos últimos es donde conocí a los más fascinantes atletas, atletas eternos; los que corren toda la vida, los que corren incluso de viejos, sonriendo alegremente a los más jóvenes. Aquellos que aprendieron a paladear sus victorias para seguir corriendo.
    Tu abuelo, que te quiere y que ha depositado en tí grandes esperanzas. Helsinki 1980. (Emil Zátopek, no necesita presentación).
    Con esta carta de un gran atleta dirigida a su nieto venía grabada la etiqueta del vino con el que fuimos obsequiados el pasado domingo en Alcázar, tras disputar la media maratón. La estuve leyendo mientras saboreaba un generoso vaso, cenando, al tiempo que analizaba mi mal rendimiento en la carrera.
    Sin duda me identifico con los atletas que menciona, y la prueba de ello, es que, a pesar de ser conocedor de mi capacidad, el domingo corrí intentando vencerme a mí mismo, intentando explorar mi límite. Y lo conseguí, ¡vaya que si lo conseguí!; estaba justo en el kilómetro 6.
    Cualquiera de los que haya leído mis crónicas puede preveer el comienzo de las mismas (me refiero al momento en el que suena el disparo y empezamos a correr). Siempre menciono a los osados que salen demasiado rápido y que poco a poco, van apagándose, arrastrándose hasta llegar a la meta. Pues esta vez me ha tocado a mí. Esta vez he sido yo el que, tras haber planeado un ritmo acorde a mi estado de forma, salió más deprisa, embriagado por la buena compañía (Uti y Juanje) y pensando: "oye, igual suena la flauta". Sonó, claro que sonó, pero desafinando. Como he puesto antes, a partir del kilómetro 6 ya no era dueño de mi ser. Me iban adelantando corredores a montones, me costaba incluso ir en línea recta. No ha sido la primera vez que pienso en abandonar, recuerdo perfectamente que las sensaciones que tuve en Segovia fueron bastante parecidas, aunque allí, el desnivel acumulado y el ritmo bastante más alto, tuvieron buena parte de la culpa. Mi hermano grabó estas impresiones el domingo (gracias, por cierto, por estar ahí):
    Podréis entender que, a día de hoy, mi subsconsciente haya borrado la mayor parte de la carrera, ya que, cuando uno tiene la mirada fija en un maratón a poco más de un mes, cualquier experiencia negativa de este tipo no aporta nada bueno.
    De lo poco que (quiero) acordarme, es de ir esperando a algún compañero del club para intentar llegar a meta con él; los dos más cercanos eran Alfonso e Isidro. Fue este último el que, en una gran remontada, me dió caza sobre el kilómetro 20. Al rebasarme preguntó por qué iba tan flojo. Apenas me dió tiempo a contestar que había sufrido una gran pájara... siguió hacia adelante como un sputnik!!! Traidor! (pensé yo) cómo puede hacerme esto?! Está claro que sus intenciones eran cruzar el arco por delante de mí, no dar un frenazo para acompañar al pobrecito Eladio... Pocos segundos después me adelanta un grupo de unos cuatro corredores. Como puedo me pego a ellos. Y así como por arte de magia, no sé de donde salieron fuerzas para volver a alcanzar a mi compi, cerrando el kilómetro más rápido de toda la media. Pasamos juntos la meta, mirándonos de reojo, vigilando un último sprint final, que no habría servido nada más que para apuntillarme y dejarme roto por completo ('maldita competitividad la mía!). Por supuesto, después nos reíamos y bromeábamos los dos mientras compartíamos impresiones con los demás laguneros.
    Poco más de noventa y dos minutos han hecho que ponga los pies en el suelo, que no mire más allá de lo que verdaderamente puedo correr, que me piense bien lo de ir a tres horas justitas en Valencia ... bueno, si mi actual marca en maratón es 2:59:58... ¿por qué no intentarlo?











lunes, 31 de agosto de 2015

XIX Carrera Popular Las Lagunas de Villafranca.

      Cuando perteneces a un grupo humano como es el Club de Atletismo Las Lagunas de Villafranca es difícil hablar de correr después de nuestra prueba, y eso que este blog trata precisamente de eso, de correr. no puedo empezar hablando de ritmos, sensaciones, clasificaciones, etc. cuando lo más importante es el buen ambiente que se respira desde que nos juntamos para organizar el mayor evento deportivo del pueblo. En cuanto aparece algo que hacer, ya hay una persona dispuesta y varios ayudando. En cuanto hay alguien con una preocupación, estamos todos a su lado, arropándolo. Si fuesemos una máquina, seríamos engranaje, si fuésemos una cadena, seríamos eslabones; pero somos personas, permitidme que elija como la mejor palabra para definirnos, FAMILIA.
    Y ahí estamos (casi todos), porque somos muchos más que los retratados, y por supuesto, no menos importantes. Pero mira que os quiero...

   Y ahora si, hablemos de correr.
   La semana de tapering (se llama así la semana previa a la competición) no ha sido todo lo positiva que me hubiese gustado. En el último entrenamiento acabé deshidratado, parándome a caminar dos veces, agotado. La moral por los suelos. Encima me tocó trabajar de noche. Al día siguiente me dolía todo el cuerpo y para remate, también turno de noche. El sábado, con los preparativos, terminé destrozado. Pero el domingo me levanté con las pilas bien cargadas; las iba a necesitar, ya que desde las 7 de la mañana ya estábamos trabajando para que todo saliese a la perfección.
    Cuando llega la hora de la carrera ya estamos algo saturados. Tratamos de hacer un buen calentamiento. Este año el mío se resume en saludos a conocidos y abrazos y fotos con los amigos (bueno, también un trotecillo con mi hermano, mi sobrina Ana, Floren... pero cosa de poco).

    Me voy a permitir el lujo de llamar "amigos" a Julio y Vanessa, porque se dejan querer, porque me llaman por mi nombre, porque me buscan al llegar y también para despedirse. Un abrazo familia.
    Línea de salida, o EMPIECE, como hemos puesto este año. Me coloco bien rodeado (de chicas jeje) y salgo fuerte hasta San Marcos. A los 200 metros de girar la esquina, cuando el garmin ya da una señal medio fiable, retengo a Floren, "cuidado, que ya vamos por debajo de 4". Un poco más delante me junto con Uti y le aguanto bien el ritmo desde el principio. El garmin marca tarde el primer mil, y hasta que no le cambio la pantalla para ver el cronómetro, mis referencias son algo erróneas. He decidido ir viendo únicamente el ritmo, para no pasarme al principio y regular mientras las fuerzas me dejen. Voy volviendo la vista atrás cada pocos metros para buscar a Floren. Hemos hecho el estudio de rivales (locales en nuestro grupo de edad) y si conseguimos llegar juntos en segundo y tercer lugar, respetaremos nuestro pacto entre caballeros entrando al mismo tiempo a meta, ya decidirá Sonia a quién le pasa antes el lector del código de barras...
    Pero algo no va bien, mi compi va todo el rato un metro por detrás, sin hablar (el peso de la dirección de la carrera lo ha dejado para el arrastre). Yo me envalentono y sigo a Uti, al menos mientras pueda. Pero no tardan en llegar las pegas. En cuanto comienza la mini subida a San Isidro, un fuerte dolor en el isquio izquierdo me hace frenar casi en seco. Ha sido un primer aviso, se me pasa un poco y me deja continuar, aunque ya no podré seguir al Míster, a este veterano corredor que ha ido tirando del pequeño grupo todo el rato, quitándome el molesto viento que nos frenaba con fuerza los primeros kilómetros.
    Aflojo y se marchan con él Manu y Carlos. El amigo Floren no me adelanta, sigue a mi lado. Ya en las lagunas empieza a decirme que tire yo, que no va bien, pero no tengo localizado (todavía) a ningún otro local de nuestro grupo, así que prefiero ser reservón y acompañarle. Voy pensando que ojalá lleguemos juntos al pueblo, sería muy bonito.
     Entramos a la arena y en pocos metros damos caza a Manu. Formamos un buen pelotón.
    Cada dos por tres me da un pinchazo en el isquio, pero aguanto bien el dolor y, a pesar de saber que me va a ocasionar una pequeña lesión, sigo hacia adelante, ya que voy muy bien de fuerzas y mentalmente ya estoy "saboreando" un puesto en el podio local. Ahora mi motivación extra será llegar por delante de Carlos y Manu, el pequeño demonio competitivo que llevo dentro me va gritando que lance un ataque despiadado cuando encaremos para el pueblo...
    Salimos de la arena, las fuerzas me respetan, la sangre fría me deja llegar al avituallamiento junto a mis compañeros. Un traguito de agua, un último consejo a Floren (afloja un poco subiendo, que verás ahora...) y ¡al ataque!. Cambio de ritmo. Acelero suavemente. Me pongo al lado de Manu y cuando miro atrás para ver que no estorbo a nadie al adelantar ... sorpresa ... el amigo Jose Luis (Lili para nosotros) está ahí, callado, sonriente, enseñándome los colmillos ... he de reconocer que me visualicé en meta entrando por detás de él. El colega está muy fino y es otra amenaza para el podio. Me puso nervioso. Ante esta situación, ya no queda otra que jugársela a una sola carta. Me duele en el alma dejar a Floren, pero o me acelero, o me quedo sin premio.
    Bajo fuerte hacia el pueblo, guardando un último cartucho para el kilómetro final. Voy adenaltando a varios atletas. A falta de unos 1800 metros alcanzo a Antonio Layos hijo, que me anima a llegar con él hasta el final. Es un gran corredor y sé que me dará mucha caña al final, ya que está más fuerte que yo, así que acepto encantado y juntos nos encaramos para finiquitar la mejor carrera que se puede correr en toda la comarca manchega.
    De vez en cuando toma referencias y me dice que ya no nos pillan, que el más cercano va a unos 50 metros; pero los aplausos y ánimos de los paisanos de la calle El Pez delatan que alguien conocido viene cerca, muy cerca de nosotros. Un último vistazo hacia atrás al poco de cruzar la carretera y ahí está, el amigo Floren con ganas de guerra, seguido por Raúl (otro local de nuestro grupo). Se me ponen los pelos como escarpias, un rayo helado me atraviesa la espalda y zas, último cartucho en juego. No queda más que apretar los dientes y darlo todo. Las fuerzas se acabaron hace rato y solo queda el combustible que te dan los aplausos de los paisanos de la calle San Marcos. Cuando vas sin gasolina y sin poder esprintar (por el dolor del isquio) ya no vale ni rezar...
    Algunos me animan gritando fuerte un "¡vamos Eladio!", supongo que esperaban que luchase el puesto con Antonio, pero antes de entrar en meta, éste se da la vuelta y choca su mano contra la mía. Mi guerra es otra, no voy a disputarle la llegada.
    Me dejo llevar hasta el final y cruzo en un sensacional segundo puesto local de veteranos A, tan solo precedido por Fillo, que se mantiene inalcanzable (enhorabuena mostro).
   Desde el Jueves habría firmado por un crono de 37:00, no me veía capaz de bajarlo, pero pude exprimirme hasta pararlo en 36:10. Aunque no es mi mejor marca en esta carrera, creo que es la mejor que he hecho en mucho tiempo.
   Mi sobrina Ana también ha terminado muy contenta, aunque para feliz, mi hermano, que disfrutó de su compañía todo el tiempo. ¡Felicidades!
 
 Después corría Ali, que fue duda hasta última hora. Cumplió perfectamente su cometido, quedando segunda de la general y primera local.
    Y la guinda al pastel la puso Roberto, entrando a meta más feliz que una perdiz jeje.

    Pasó a mi lado y justo cuando lo iba a estrujar y comérmelo a besos, chocó mi mano y siguió a por su bolsa del corredor ... jajaja me dejó con tres palmos de narices!!
   El resto de la historia, la conocéis la mayoría de los que hasta aquí habéis leído, podio, sorteo y comida en las lagunas. No se puede pedir más ni mejor.
Más fotos AQUÍ







domingo, 16 de agosto de 2015

XXXVIII MARATHON POPULAR MANCHEGA Villa de los Molinos (Campo de Criptana 15-08-2015)

         Aunque el nombre de la prueba crea confusión, debo aclarar que se trata de una carrera popular de 10 kms para categoría absoluta y 5 kms para veteranos. Por cuestiones de edad, qué le vamos a hacer, soy veterano y participé en los 5k, aunque la organización permite hacerlo en la de 10. Como recientemente he tenido dolores en la cadera, preferí no someter mi físico a un esfuerzo más largo gratuitamente, contando con que Campo de Criptana no es precisamente llano, y el perfil de la prueba tiene bastantes "subibajas".
          Y allí que me presento, representando al Club de Atletismo Las Lagunas de Villafranca, junto con otros dos fieras, Alberto, nuestro quereño favorito y Antonio Layos (éste no necesita presentación). Alberto participa en el 10k, y su salida es 30 minutos antes que la nuestra, por lo que apenas lo pudimos saludar antes del comienzo. Por nuestra parte, nos juntamos con el amigo Alfonso Menasalvas y hacemos un calentamiento muy suave de unos 3 kms.


            Mis planes eran hacer una carrera exprimiéndome lo justito, sin castigarme demasiado, pero sin sensación de terminar sin darlo prácticamente todo, o sea, a tope... pero en los primeros metros del calentamiento el dolor de cadera que me ha traído de cabeza estos días parece querer volver a dar morcilla. Se lo digo a mis compañeros y enseguida aflojamos el ritmo de calentamiento. Trato de pensar en otra cosa, de correr algo más erguido y parece ser que funciona, poco a poco va remitiendo la molestia. Pero a mí ya me ha dado un toque de atención y con el objetivo puesto en el maratón de Valencia, no queda tiempo ya de recaer, así que ni hablar de ir rápido hoy. Cuando nos dirigimos a la salida, Antonio me ofrece una crema que da calor (omitiré marcas, que paguen un canon si quieren jeje) y me unto bien por la cadera. Mano de Santo, oye.
           Va llegando la hora de salir. En esta peculiar prueba, nos incorporamos al resto de los participantes en el km 5, cuando el organizador ve un hueco, nos da la salida. Me pilla algo despistado, entre dos coches, pero muy cerca de la calle, por lo que puedo consegir un buen sitio.
            Empezamos bajando, y desde el principio voy sorteando y adelantando a otros corredores, mezcla de nuestra prueba con los del 10k. Hay un peqeño llano después, creo que el único, y adivino a contar a 4 veteranos por delante. Es muy buena posición para mí, pero no voy a picarme con ellos, no sea que la liemos. Me da por mirar el Garmin y sorpresa!!! llevamos un ritmo cercano a los 3'30". Evidentemente, enseguida tiro del freno de mano y justo en ese momento se pone a mi lado Antonio. Bien, buen compañero para hoy.
            Por delante de nosotros va también Mari Tere Ucendo, la primera mujer de la prueba (las mujeres también hacen el 5k). Va muy fuerte, pero no tardamos mucho en darle alcance. En las primeras cuestas siempre se nos adelanta, pero terminamos juntos arriba. Poco después se puso a nuestro lado y ya formamos un grupete compacto hasta prácticamente el final. Los amigos criptanenses han marcado perfectamente el circuito, pero yo no miro el crono nada más que cuando pita cada mil metros, gran error, ya que en ciudad no son nada fiables los gps. De todas formas, prefiero no hacer mucho caso de los números y guiarme más por las sensaciones.

            El recorrido habría sido demoledor si me hubiera dado por esforzarme tal y como estoy acostumbrado, ya que vamos enlazando subidas con bajadas y a excepción de unos metros en el primer mil, no hay nada llano. Sin hablar apenas entre nosotros, la carrera transcurre velozmente y cuando quiero darme cuenta, pasamos ya al último kilómetro. Aquí siempre me pasa lo mismo, suelo dar el último empujón progresivamente. Pero cuando vamos por la última subida Antonio me dice que va sufriendo mucho, que tire yo hacia adelante, a ver si con suerte gano algún puesto. Al principio me niego, me da "no se qué" abandonarlo, después de haber ido juntos todo el tiempo, pero conociéndolo, sé que tratará de ir pegado a mí, o sea, que seré un estímulo para acabar también con fuerza.
               Y salgo al ataque de los últimos 600 metros. Objetivo: adelantar a todo el que lleve a la vista...uno, dos, tres ... madre mía, voy descontrolado!!! enfilo la última calle y casi al final veo al último objetivo; está demasiado lejos, pero voy a intentarlo. Doy el último empujón y en un suspiro me planto en la última curva. No he podido alcanzarlo, pero ha sido estimulante... Pocos segundos después llegan Antonio y Mari Tere.
               El tiempo final ha sido de poco más de 20 minutos, o sea, que he llevado un ritmo medio de 4'05" más o menos. Quinta plaza en veteranos. El crono, el puesto final y las sensaciones son excelentes, me doy por satisfecho.
               Los compañeros que han ido a Fuente el Fresno me cuentan que sus carreras han sido buenísimas, con unos cronos de lujo. Sabiendo lo dura que es esta carrera, han demostrado que su estado de forma es magnífico. Va a costar mucho este año llevarse el trofeo de barro en el pueblo a casita...

A la espera de clasificaciones oficiales.
Nota: el 10k lo ha ganado el amigo Javier Torres, enhorabuena campeón.

domingo, 12 de abril de 2015

I Carrera Popular contra el cáncer, Campo de Criptana, 2015

   Primera edición de una prueba organizada con cariño y con mucho apoyo de varias entidades de Campo de Criptana. La organización ha optado por realizar varias pruebas, incluyendo andarines, para niños, una carrera no competitiva y otra de categoría élite. Bajo mi punto de vista ha sido un formato muy acertado, ya que tratándose de una causa benéfica, cuanta más gente participase, mejor; así que ha sido positivo incluir todas esas categorías.
    Representando al C. A. Las Lagunas de Villafranca hemos ido Alicia y yo. Nuestra preparación incluía una exclusiva carga de "hidratos de Casero", o sea, las típicas habichuelas de nuestro compañero Miguel, el sábado anterior en la cocinilla de Coco. La comida y los exquisitos postres pusieron la guinda a una estupenda jornada entre amigos y compañeros. Por suerte, el metano acumulado no ha hecho acto de presencia...
                   (no penséis mal, estaban haciendo flexiones)
    La mañana ha estado fresquita. Soplaba un aire bastante desagradable entre las bonitas calles de Criptana hoy. Pero eso no ha impedido que varias decenas de participantes nos animásemos hoy a correr allí. La organización nos ha invitado a participar primero en la prueba popular a modo de calentamiento, algo que me ha venido de lujo para conocer el circuito.

    Son dos partes bien diferenciadas a las que tendremos que dar tres vueltas. La primera, picando suavemente hacia arriba y con algo de viento en contra. La segunda, al revés, bajando y con el aire de espaldas. De primeras se me antoja que voy a ir fatal, ya que no he entrenado nada las cuestas, así que, al principio perderé puestos y luego me costará bastante recuperarlos. Pero todo eso son, sencillamente, planes y estrategias previas a la carrera. La experiencia me dice que nunca se cumplen...
     Ali ha tenido el detalle de hacerme alguna foto mientras calentaba, ella ha preferido esperar algo más.
     Ya en la línea de salida, le pregunto al amigo Mauri por la gente que allí se encuentra. Rápidamente me da un ganador y los que van a completar el podio; ha dado en el clavo. Yo busco a alguien que pueda llevar mi ritmo, pero a todo el que pregunto y le hablo de 4' el km, sonríe y se aleja. Me dejan desconcertado, no sé si quedaré el último o de los primeros...
     Por fin, a la voz de YA!, comenzamos. Enseguida se forma un trío con los que serán, a la postre, los primeros clasificados. Detrás vamos otros dos corredores veteranos y yo. Pienso que he sido demasiado valiente al salir tan delante, pero el ritmo en la primera subida se me antoja cómodo, e incluso me atrevo a dar un achuchón nada más ponernos a bajar, con la idea de dejar descolgado a otros posibles atletas que vayan como los ciclistas "chupando rueda" y sin aportar nada. Pasamos el primer kilómetro en unos discretísimos 3'53".
     Los primeros nos sacan algo menos de 100 metros en la primera vuelta, que completamos en 6'25". Ya se han formado bien diferenciados los dos pequeños grupos de tres corredores cada uno. Si somos capaces de ir juntos, confío en mi potente final para quedar muy bien clasificado.
     Desde la primera bajada me he puesto delante del grupo perseguidor, pero nada más empezar la segunda subida uno del grupo me pasa. Me pongo justo detrás, intentado que me quite el aire, pero aguanto poco tiempo. Sube mucho mejor que yo, y bastante tengo con aguantar mi actual quinto puesto. El otro veterano también se ha quedado algo detrás, unos 10 metros, lo que es, de momento, buena señal.
     Segundo kilómetro en 3'54". Terminamos de subir y no me veo mal de fuerzas, pero mi intento de alcanzar al cuarto es infructuoso. Pasamos el tercer kilómetro al mismo ritmo que el anterior, 3'54", y algo me dice que la última subida me va a costar más de lo que esperaba...
     La segunda vuelta la completamos en 6'21", y ahora es cuando empiezo a echar de menos haber ido algún día a entrenar al puente de la autovía de los viñedos, o a cualquier otro camino con algo de pendiente, porque toda la gasolina que llevaba se ha esfumado completamente. Tanto que el cuarto kilómetro se me va a 4'04"...
     La parte "buena" es que no pierdo de vista en ningún momento a la cabeza de carrera; no me habrán sacado más de 150 metros en ningún momento de la prueba. Pero la parte "mala" viene detrás, el otro veterano del grupo que formamos al principio. Aprovecho un giro para echar un vistazo y aliviado, compruebo que ahora irá a unos 20 metros tras de mí. Aguanto como puedo casi toda la subida, pero el último tramo aflojo bastante para intentar recuperar un poco la respiración. Se me ha puesto dolor de estómago del esfuerzo y no me queda más remedio que levantar el pie del acelerador.
     Giro de nuevo para bajar y vuelvo a mirar; la distancia se mantiene. Esto me ayuda a afianzar mi quinto puesto y me lanzo a por el último tramo de la carrera. Comienzo a un buen ritmo, pero dejando un cartucho en la recámara, por si acaso. En este punto me encuentro a Ali, que va tocada con los gemelos. Le digo que complete la vuelta y se pase por meta, diciendo a los organizadores que ha abandonado. A la pobre le ha sentado mal, pero no hay otra cosa que hacer en estos casos. 
     A falta de unos 350 metros doy un fuerte cambio, no sea que se me haya acercado mi perseguidor sin que me diese cuenta, mientras hablaba con Ali. En el último giro veo que me he alejado un poco y me tomo ya con más calma los metros finales.
      Entro en quinto lugar, con un modesto crono de 19'13", muy contento de haber llegado tan delante.
      Después de la entrega de trofeos, se ha hecho un sorteo con productos típicos del pueblo y con lotes elaborados de algunos comercios locales. Aunque no nos ha tocado nada, lo hemos pasado de lujo. Ha sido todo un placer correr hoy aquí.
      Moraleja: hay que entrenar más.

domingo, 1 de febrero de 2015

XXV Carrera populas San Blas, Los Yébenes, 2015.

      Tercera carrera del año. Hoy, formato diferente, montaña. Nos hemos vuelto valientes, quizá demasiado. Para correr una de montaña, aunque solo sean poco más de 5 kilómetros, hay que ir bien preparado. Y no hablo solo de entrenamiento en cuestas (escaso o casi nulo), sino también de material. Hoy he echado de menos unas buenas zapatillas de montaña, con tracción, para sujetar bien en las bajadas. No obstante, las viejas K-Swiss se han portado mejor de lo que esperaba.
     
      Mañana fresquita, viento, pero con suerte la sierra nos protegía bien y apenas nos ha castigado. Decido salir con camiseta de manga larga debajo y bufanda tubular al cuello y otra tapando los oídos. Todavía no sé si ha sido o no buena decisión, ya que en las subidas sin viento me sobraba todo y en la parte más alta, donde sí que soplaba algo, iba congelado... en fin.
      Desde el principio salgo con calma, en la mitad del "pelotón". Hoy también debe haber un león o algo peor en la salida, porque todos suben despavoridos. Yo, creyendo que iba a salir más tranquilo en esa posición... qué ignorante. No han transcurrido 300 metros cuando ya empiezan a quedarse algunos. Por suerte, somos menos de 200 participantes y el camino permite rebasar al personal sin mayor problema.
      Se comienza en un camino de grava, al rato, cuando ya están las pulsaciones bien altas, se sigue por un paseo adoquinado con guijarros y cemento a los lados. Aunque tiene algo de peralte, opto por el cemento, hay mucho mejor agarre. Pero en ese punto la pendiente se endurece bastante y ahora son más los que ceden su puesto, por lo que tengo que ir en zig zag todo el rato.
      Hoy me he regido por las pulsaciones, ya que en este terreno es imposible hacerlo por tiempo o por parciales. La mayor parte de la carrera he rondado las 168, punto en el que me encontraba bien, ya que subía alegre, pero siempre reservando un puntito, el que hay que guardar cuando no conoces el perfil de la prueba y evita que un exceso de confianza haga que te pares en seco.

 
      Poco después del primer kilómetro llegamos a los molinos. Aquí hay una pequeña bajada. Lo malo es que termina el camino más o menos ancho y empieza una senda. Se hace casi imposible adelantar a nadie sin jugártela. Hasta aquí he llegado con Carlos Peño, siguiendo su ritmo, que me ha parecido excelente; pero hay un corredor que viene gritando y pidiendo paso. Nos ha adelantado a los dos y yo no he podido resistirme a seguirlo. Pronto hemos dado alcance a otros que nos precedían. Bajamos un poco el ritmo y ahora soy yo el que se la juega, saliéndome de la senda y rebasándolos a todos.
      Justo entonces llegamos al descenso. Alcanzo a otros dos corredores, pero bajando soy más prudente y me quedo ahí. A los pocos metros noto un pinchazo en el gemelo derecho. No es lesión, si no una pequeña sobrecarga. Cada vez que freno con fuerza para no llegar rodando al pueblo me duele, así que no me queda más remedio que incrementar mi prudencia y bajar la velocidad. El terreno está muy suelto, normal, es montaña, y en una pequeña grieta resbalo, con la gran suerte de no caer del todo al suelo, apoyándome en la mano derecha. Detrás de mí gritan enseguida "¡cuidado!", pero me enderezo en una décima de segundo y continúo sin más problema, pero frenando más todavía.
      Pronto llegamos a una nueva subida. Aquí hay varios chavales que me adelantan a un ritmo espectacular, diciendo que queda poco. Menos mal que no les he seguido, porque mi concepto de poco no ha sido el mismo jejeje. Llegamos a un tramo de cemento que da a una ermita y trato de mantener el puesto, no me gusta nada eso de que me adelanten faltando poco para el final... Llego arriba con fuerza y comienza otra bajada, esta vez más suave y en muy buen terreno. Aquí he ido mucho rato bastante fuerte, adelantando a otros dos corredores, pero las fuerzas van un poco tocadas y temo que si hay más subidas voy a "petar".
      Este tramo se me hace especialmente largo, y no dejo de mirar a la derecha, a ver si localizo a los corredores que van delante, ya en bajada. Cuando por fin giramos a la derecha y comienza el último descenso respiro aliviado. Vuelvo un poco la cabeza y ¡sorpresa! tengo a Floren a unos 5 metros detrás de mí. Sinceramente, me he alegrado muchísimo al verlo, hoy llegaremos juntos a meta, pero esto es un indicador de que nuestros particulares duelos volverán a repetirse, de que podremos compartir más de un kilómetro juntos, dándolo todo, hasta conseguir que uno de los dos ceda. De verdad que estoy encantado de que esté en tan buena forma como yo.


      Acabamos en 26'55", pero como dije antes, el ritmo es lo de menos. Sin perder más tiempo de lo necesario, voy a por una chaqueta al coche y a buscar a Ali. La encuentro cerrando la carrera junto a otra corredora. Viene contenta, ha sido una chica fuerte y ha terminado dignamente esta dura prueba.
      Para no ser demasiado duro con la organización de la prueba, diré que el circuito estaba escaso en señalización. La mayoría no hemos tenido problema en seguir a los que iban delante, pero los más rezagados podían perderse facilmente. Es punto deben solucionarlo. La parte positiva ha sido el segundo puesto de Bienve en su categoría. No esperábamos menos de nuestro compañero, enhorabuena. Fillo ha sido cuarto en veteranos, Floren y yo décimo y undécimo. El resto, Carlos, Julián, Juanan, Alfonso, Isidro ha entrado muy bien posicionados. Para celebrarlo, hemos ido a saborear unas raciones de venado mmmmm exquisitas!!

      Hoy hemos hecho nuestros pinitos en la montaña. Creo que no volveremos.


domingo, 18 de enero de 2015

III CARRERA POPULAR LAS PACES, VILLARTA DE SAN JUAN, ENERO 2015


          Dos semanas entrenando muy fuerte. Dos semanas en las que estoy cogiendo un estado de forma como nunca había tenido. El martes pasado, series de mil, a 3’33” de media. Esto pinta muy bien. Pero el jueves estuve currando de noche, y el viernes me dolía todo el cuerpo, por lo visto “he cogido frío”. Por la tarde, ese mismo día, me fui al parque con Ali. Hacía mucho frío y el viento era muy desagradable. Ella enseguida se marchó a casa. Hizo muy bien. Yo me quedé con Cristian, trotando y charlando. Pero los tres últimos kilómetros de mi entrenamiento no fueron nada bien. Se me subían mucho las pulsaciones y me dolían las piernas, la cabeza, la espalda…todo. El sábado lo pasé super-abrigado, pero congelado. También con dolores.
                El domingo amanece nevando. Me duele todo algo menos. Pero yo tengo la moral intacta, las ganas de correr, por las nubes; y si a eso le unes la compañía de un buen grupo de laguner@s (incluida mi hija Ali, que corre su primer 10000), el resultado solo puede ser positivo. Lo dicho: Uti, Floren, Casero, Bienve, Juanan, Carlos, Ali, Alfonso y yo nos juntamos al café y sin demora, para Villarta.
                La primera impresión de la organización es muy positiva. Gente en los cruces cortando carreteras, arco de meta con cronómetro, dorsal con chip, señalización en el suelo y una enorme sartén para hacer migas. Esto promete.
                En la recogida de dorsal encontramos a Miguel Vera (que será vencedor), también hay otros paisanos, Ángel y familia, además del amigo Bonilla (mmm qué buena liebre…). Amigos de Puerto Lápice, Miguel Ángel, Javito (Carrillo), Lorena … mucha buena gente.
                En casa he preparado dos pares de zapatillas, las K-Swiss viejas y las Adidas glide. Si llueve, las viejas, si el terreno está seco, las Adidas. Me quito el chándal y me pongo las glide, hoy pienso dar caña. Caliento en solitario, sin progresivos ni nada. Me dejo la bufanda tubular puesta, pues me duele algo el pecho, y antes de darnos cuenta, en primera línea de salida, junto a Vera.
                El pistoletazo es un cohete. Ha resultado divertido ver como algunos empezaban a correr nada más salir hacia arriba el artefacto, luego se frenan, y vuelven a arrancar con el ¡PUM!. Y, como en todas y cada una de las carreras populares del mundo mundial: desbandada. Hala!! Pero dónde váis!!??
                Al principio callejeamos algo por Villarta. Hay algunas calles con ligera pendiente, pero la peña no se frena, vamos todos muy frescos. Justo en el primer kilómetro adelanto a Javito. Me fijo en el reloj, que lleva 3’50” en funcionamiento, pero la distancia no coincide, pita unos metros después. Hasta el segundo kilómetro adelanto a varios corredores, entre ellos a Bonilla, y a mí me sobrepasa Toni (Molino Parra, Herencia) como un misil. Según la señal de la organización, voy todavía al mismo ritmo. Buena señal, me encuentro muy cómodo, aunque no dejo de pensar que esa comodidad se evaporará más adelante, en un punto indeterminado entre el 5 y la meta, y será ahí cuando mi veterano paisano me dé el hachazo.
                Al salir del pueblo subimos un puente para cruzar la autovía, y aquí también dejo unos metros atrás al amigo Luis Ortiz. Bajamos y nos pegamos a la carretera, por la vía de servicio. Giro la cabeza y veo a Uti, está muy cerca, me alegro un montón. Segundos después Floren me grita ¡Eladioooo, Eladioooo! Y yo subo el pulgar en señal de agradecimiento por sus ánimos.
                Ahora alcanzo a Víctor (Molino Parra) y se pega a mí de inmediato. Tiene la vista un poco estropeada, así que le voy cantando cada giro del circuito, cosa que me agradece. Voy tomando referencias con los kilómetros marcados por la organización, pero el garmin cada vez pita más lejos. Decido no hacerle mucho caso al gps, pues no es un aparato infalible. Con lo poco que me da de sí el cerebro, calculo otros 3’50” para el tres.
                Tenemos a Toni muy cerca, justo delante, y antes de llegar al cuarto kilómetro le damos alcance. Víctor sigue a mi lado y ambos le animamos para que se quede con nosotros, ya que siempre se va mejor en grupo que en solitario, pero no puede aguantar nuestro ritmo, se queda unos metros detrás.
Antes del quinto mil hay un giro a izquierdas. Se ve la cabeza de carrera. Bien, voy a contar los que van delante: uno, dos, tres…veinte, y yo ¡veintiuno! ¡Es muy buen puesto, espero aguantarlo hasta el final! Tras el giro sopla un fuerte viento de cara, y este que os escribe, curtido en mil batallas (jajaja) se pone detrás del tipo más alto que me precede. Qué alivio. Se nota un montón. Da la sensación de ir parado. Delante va un corredor con el pelo blanco (contrincante) y detrás se forma grupo, mal asunto. Doscientos metros haciendo el trenecito y Eladio que cambia de ritmo y adelanta a tres de golpe. Ha sido un cambio fuerte, se me han cruzado los cables, lo sé, pero mis piernas daban más de sí de lo que yo les estaba pidiendo.
Ahora voy el 16. El terreno empieza a cambiar. Se termina la gravilla y nos metemos en veguilla, algo blanda, vamos, lo que viene siendo jabón. Desde el kilómetro 6 el circuito pasa a ser más tipo cross que otra cosa. Pequeños sube bajas, algún giro y un pequeño cerro después del 7. Ahora tengo a la vista al 15 de la general. Tiene pinta de ser también veterano… jo, se me hincha la vena de la frente y en la subida al cerro doy un acelerón. En cuanto comienza a bajar se pone la mano en el costado y yo más que correr, voy dando saltos, aprovechando mi gran zancada para darle caza. Cuando estoy a su lado le pregunto si lleva flato y me contesta afirmativamente, pero se queda a mi lado, no flojea en absoluto.
Giramos y nos ponemos al lado de la autovía. Ahora vuelve a soplar el viento fuerte de cara. Le digo a mi nuevo acompañante que se ponga detrás, a rebufo, que luego me haga algún relevo y así nos ayudamos mutuamente. Pero no, yo me he crecido y en esa parte (que son unos 700 metros) marcando un buen ritmo, por lo que no puede ponerse delante. Es entonces cuando pienso que las fuerzas siguen conmigo, que el momento de ir decreciendo no llega, que el último kilómetro va a ser de infarto. Que se prepare mi colega si quiere llegar delante.
Pasamos por debajo de la autovía. Instintivamente todos bajamos la cabeza, da la sensación de que nos daremos un coscorrón con las vigas. Unos giros más y pronto llegamos a la señal del 9. Sin despedirme de mi acompañante, vuelvo a hacer un cambio de ritmo. Voy algo desorientado, sé que el puente romano es la parte final, pero el puente no llega. Van pasando los metros, yo sigo fuerte, pero ni idea de dónde está el puente. Queda muy poco, el corazón ya está pidiendo paso a la lengua, pero mis dientes, bien apretados, le dicen que siga bombeando, que ya se ve el puente hombre!!!
Guijarros mojados + Adidas glide = precaución. Ni caso, por debajo de 3’50”, no sea que me lleve una sorpresa.
Hay mucho público al final, todos gritando y animando, sólo eso te hace llegar a meta sin que te des cuenta. El crono marca más de 39 minutos. Está claro, el último kilómetro era de al menos 1200 metros, y yo no iba a 3’50”. No voy demasiado sofocado. Recojo mi bolsa y sin perder un minuto voy en busca de Ali. La encuentro sobre el 9 y desde allí voy con ella hasta meta. Su cara es una mezcla de enorme cansancio y “más enorme” felicidad por haber terminado la carrera. La mía es de orgullo, orgullo de padre.
Al ir a por su bolsa vemos las clasificaciones impresas. Antes de mirar la general, hay unos muchachos viendo los podios. Uno de ellos dice ¿Ropero, quién es ese?; a lo que contesto, “pues yo, no ves que he sido tercer veterano” jajaja. Menuda alegría. Luego, mi último acompañante en la carrera me dice que hay un error, que los premios no son acumulativos y que segundo y tercero de la general son veteranos … entonces … ¿yo? … ¡pues primero! TOMA YA!!!! La alegría de todos los laguneros es inmensa y eso se nota en los achuchones que me han dado.
Ahora, a seguir entrenando.