jueves, 25 de abril de 2024

Doblete especial seguidores, Pepe y Paula, con todo el cariño.

 Cuando en la última crónica hablas de la primera posición (por categorías) en una carrera, después da pereza retomar la escritura, sobre todo si no hay otros podios de los que hablar... pero claro, aquí me dedico a contar experiencias de un humilde aficionado, no las de un campeón olímpico...

Hoy quiero hablaros sobre las dos carreras en las que he corrido este año, la primera, la Media Maratón de Valdepeñas, de la que solo había oído hablar de forma positiva y en la que me he estrenado, la segunda, la Capitán Duque, en la que firmo mi cuarta participación. Así que, Pepe, bebe un sorbito de agua, que vamos para un rato.

MEDIA DE VALDEPEÑAS

Pocas carreras he preparado tan a conciencia como esta. Además, apenas en un entrenamiento hubo un pequeño pinchazo en la zona isquiotibial de la pierna izquierda, que resolví sobre la marcha, con unos estiramientos. El resto de días, fueron como la seda. Total, más de 500 km de preparación específica. Todo el mundo me había hablado maravillas de esta prueba, y la verdad, que todo era cierto. Pero había un detalle que nunca escuché, y si lo hice, no lo memoricé: no es tan llana como pensaba. Tampoco voy a decir que es una rompepiernas, pero es que el día que se disputó, por desgracia, hacía un viento considerable, y las pequeñas pendientes acentuaban la dureza que genera tal distancia.
El caso es que eso lo descubrí sobre la marcha, una vez puestos manos a la obra, pero antes de dar la salida también hubo lo que ya os he contado, la preparación y esa mañana, la planificación y adaptación a lo que el día nos había preparado.
Varios laguneros nos habíamos animado a participar, cada uno con su objetivo. Yo me había preparado para rondar la hora y 26 minutos, y el viento, con más peso que mis entrenamientos, decidió que me dedicase a disfrutar mientras me empujaba de espaldas y a sufrirlo cuando lo llevaba en contra, haciendo poco caso a lo que el reloj me fuese contando.
Consigo un buen lugar en la salida y gracias a una ancha avenida, desde las primeras zancadas, pude correr sin ningún agobio por la gran cantidad de participantes. (en la prueba, a dos vueltas, también se celebra un 10 km).
Voy siguiendo a los corredores que marcan el ritmo de una hora y media, poco a poco los voy alcanzando y les acompaño dos o tres kilómetros. El ritmo que llevan es más rápido de lo que en teoría van a llegar a meta, tengo mis dudas a la hora de seguir ahí o aflojar un poco. Pero el inicio es muy favorable, tirando hacia abajo y con un pelín de viento a favor. Mantengo mi zancada y en lugar de acompañarlos, los adelanto. En la foto se ven justo detrás:
La Avenida del Vino (foto) es una larga recta, con los edificios lejos de la calzada, mucho me temo que cuando volvamos, el viento, que ahora ayuda, va a comenzar a machacarnos. Por suerte aquí hay poca inclinación, que es otro factor importante a tener en cuenta. Giramos y nos dirigimos al interior de Valdepeñas. No sopla muy fuerte, o al menos eso es lo que yo percibo. Voy a tope de fuerzas, con el depósito lleno y me parece casi mentira que pueda mantener el ritmo con tanta comodidad.
En esta recta de regreso voy adelantando a otros corredores y me planteo formar grupo con otros que vayan parejos a mi.
En el primer avituallamiento, km 5, adelanto al Villacañero Maxi. Le digo que se una a mi, pero ya lleva mala cara, va muy justo de fuerzas...y anda que no queda nada...
Poco después voy escuchando muchos gritos de ánimo a un corredor local que va cerca. Va con otro, que parece ser un conocido suyo, y decido unirme a ellos, a ver si entre los tres la carrera se hace algo más amena. 
En la primera oportunidad que tengo, le pregunto por el perfil y, efectivamente, me confirma que hay mucho sube-baja. No son grandes pendientes, pero desgastan un montón. Hablamos bastante, así los kilómetros pasan más rápido. Mucho público llamando por sus nombres a mis dos compañeros, vamos bien, BIEN!.
Pasamos el kilómetro 10 en 41'23'' según mi reloj. Aquí terminan algunos corredores, pero mis dos compañeros siguen para completar la media. Regresamos de nuevo a la Avenida del Vino y escuchamos una sirena justo detrás; es un policía local en moto, que escolta a una UVI, uf, que mal rollo... unos metros delante vemos a un corredor en el suelo, de los que iban por delante de nosotros, ya lo están atendiendo otros sanitarios. Se trata de Andy, vencedor del año pasado, que ha tenido un desmayo. Por suerte, luego nos enteramos que no fue nada grave. Aquí mis compañeros se aceleran un poco y al intentar seguirlos noto que me van a sacar de punto, así que les digo: uf, si aceleráis, yo no puedo seguiros. Curiosamente, ambos aflojan y me esperan, que lujo!!
Volvemos y callejeamos para ir finiquitando la prueba, me encuentro bien, pero el cansancio se va acumulando, aunque, de momento, yo no lo perciba.
Llegados a los últimos kilómetros tengo un pequeño bajón. Me empiezan a faltar las fuerzas y casi con desesperación voy buscando el cartel del 20. Pero la cabeza me juega una mala pasada y me digo a mi mismo que he perdido la cuenta, que como sea el 19 el que viene ahora, me hundo y me tocará arrastrarme hasta meta.
Terminamos el Paseo de Luis Palacios y giramos hacia la Calle de la Virgen, localizo el cartel y ... EL 20!! esto está hecho, menudo subidón!! parece mentira lo que hace la sugestión, un momento vas hecho polvo y una imagen te hace recuperar fuerzas de repente.
Empiezo a aumentar poco a poco el ritmo, hay que terminar dándolo todo. Se queda uno de los dos acompañantes y el otro va a mi lado. Encaramos la penúltima recta, se ven muchos arcos hinchables y no puedo sujetarme, venga, a tope!!
Cruzo la meta un minuto y pico más lento de lo que había planeado, pero teniendo en cuenta todos los factores, me doy más que por satisfecho.

Espero a mi sobrino Miguel, que llega enseguida, haciendo su mejor marca en media maratón, enhorabuena chaval!!
Después de este día, dedico aproximadamente dos semanas de recuperación, saliendo a hacer entrenamientos muy suaves y de pocos kilómetros. El cuerpo ha quedado bien castigado. Y con la vista puesta en el 21 de abril, fecha en la que se disputa la Capitán Duque, confecciono un plan de entrenamiento exclusivo para la prueba. Soy muy optimista, y como estoy haciendo buenas marcas en carrera, estoy convencido de que en Valdemoro correré por debajo de los 40 minutos (son 10 km no homologados). Pero la mala suerte llama a mi puerta y tengo un par de bajones por sobrecargas musculares, la última, a 12 días de la carrera. Me planteo incluso no participar.
La misma semana de la prueba retomo los rodajes suaves y el jueves ya no tengo ni el más mínimo rastro de molestia. Decido entonces inscribirme y disfrutarla, sin mirar el cronómetro.
 
XVI CARRERA SOLIDARIA CAPITAN DUQUE
Este año Ali me acompaña, aunque no va a correr. Pasamos por Villacañas a recoger al amigo Martín, que también ha estado dudando hasta el último minuto si correr o no, y con tiempo más que suficiente, nos plantamos en el Colegio de Guardias Jóvenes de Valdemoro. Allí nos encontramos con Jésica, que tampoco podrá participar, pero se ha acercado para saludar y darnos ánimos.
A pesar de haberme planteado salir a disfrutar de la carrera, decido hacer un buen calentamiento, ya que el circuito tiene muchas rampas y no quiero sorpresas. Última foto antes de empezar, y al lío!!

Me coloco en buena posición, por delante. Aquí corren muchos alumnos del colegio que van más despacio y no me gustan los apelotonamientos (vaya palabrota, jaja). Salida rápida, controlo el ritmo antes de salir de la pista hacia las calles y pongo el piloto automático. Trato de ir lo más cómodo posible todo el tiempo, teniendo en cuenta que estoy en una carrera y llevo un dorsal puesto, es decir, que no voy a ritmo de entrenamiento precisamente, pero tampoco echando las higadillas. Instintivamente, comienzo a mirar el reloj, para ver el pulso y la velocidad. Pues no voy nada mal, eh! a sabiendas de que las sensaciones del inicio siempre serán mucho mejores que las del final, claro está. Enseguida localizo a un corredor veterano de Valdemoro. Me pongo detrás y pienso que será buena liebre. Al ser local, conocerá bien el recorrido y al ser veterano, sabrá dosificarse. Pero la liebre me dura apenas 1500 metros. Yo voy un pelín más rápido.
Poco después del segundo kilómetro voy escuchando unos pasos muy cerca de mi. Llevo un corredor pegado (sin molestar en absoluto). No me giro para ver si es el de Valdemoro, pero me da la sensación que no. Vamos sumando metros y adelantando corredores. Antes de la mitad de la prueba alcanzo a uno que compite con un modelo de zapatillas Joma que yo uso para entrenar. Son comodísimas, no me extraña verlas en las carreras (Viper). El avituallamiento está en el 5'5, cojo una botella de agua, le doy dos tragos y justo antes de deshacerme de ella me giro hacia atrás para ofrecerle al corredor que va pegado a mi. Es un chaval de unos 20 años que la rechaza, me dice que le da flato, que él suele hacer bici y que corriendo no es capaz de beber. Comienzo a entablar conversación con él y me dice que va estupendamente siguiendo mi paso, que si fuese solo, seguro que ya habría reventado.
Aquí viene la parte más favorable de todo el circuito, hasta el km 7 es todo bajada. Procuro no acelerar demasiado, ya que luego quedan unas rampitas muy simpáticas...
Las afronto sin riesgos, sin darlo todo en absoluto. Recuerdo que en esta parte de la carrera, la última vez que la hice lo pasé fatal. Pero este año no va a ser así, no llevo pretensiones de tiempo en meta, voy sin agobios.
A falta de un km le digo a mi compañero que ya solo quedan dos rampas suaves, que no le de vergüenza acelerar y dejarme atrás. De primeras dice que no, pero enseguida se embala y me saca unos metros que ya no podré recortar hasta meta. Yo también acelero un poco, pero sin pisar a fondo...
Cruzo la meta en 41'27, un tiempazo, teniendo en cuenta lo bien que lo he pasado y el pico de exigencia que no ha llegado a ser el habitual, si no, más leve. Soy quinto de mi categoría.
Después de ponerme ropa seca me encuentro con el amigo Abel, de Puerto Lápice, con el que da gusto siempre intercambiar unas palabras.

A día de hoy, ya me he inscrito para el Cross Patio de la Mancha, en El Romeral, para el sábado 27. Aquí, si no pasa nada, habrá que darlo todo. Pero esa ya será otra historia que contar...



martes, 2 de enero de 2024

III San Silvestre de Tomelloso, 31-12-2023

 Finaliza un nuevo año, un año diferente, un año que, si no hubiese sido por las lesiones, habría sido fabuloso. No obstante, no ha sido malo, sobre todo teniendo en cuenta las últimas carreras...

Como no pude ir a Villacañas por trabajo, me tocó estar buscando alguna San Silvestre que no estuviese lejos, que fuera por la tarde y a ser posible, a primera hora. Tomelloso reunía todas las condiciones. Cuando le conté mis intenciones a Miguel, no lo dudó un instante "tío, yo me voy donde tú vayas". Y  Alicia más de lo mismo "papá, inscríbeme, que yo también corro en Tomelloso". Por desgracia un resfriado unos días antes impidieron a mi hija correr; la parte buena es que ganamos una fotógrafa jeje.

Allí que nos presentamos, prudentemente con una hora de antelación. Nos dio tiempo a tomar café, coger los dorsales y la bolsa (pedazo de bolsa del corredor buena, por cierto), cambiarnos y calentar tranquilamente.
Quedamos con Ali para que intente hacernos alguna foto y de paso, que nos lleve unas sudaderas para después.
Ya me había adelantado mi amigo Cerezo que suele venir mucha gente disfrazada y, teniendo en cuenta que estábamos casi 600 inscritos, decidimos echarle un vistazo a la zona de salida.

Se trata de una calle estrecha, uno de los accesos a la Plaza de España, y encima, haciendo curva. Le digo a Miguel que vamos a ponernos lo más delante posible para evitar el embudo y vaya que si lo hicimos, de muestra un botón:

Por suerte, tengo que esquivar a tan solo un corredor (el que va de negro), pero el precio fue demasiado caro, salimos casi a tope y eso al final se paga.
En el momento que la calle se ensancha, cerca de una rotonda, alcanzo a Miguel, que ya se ha dado cuenta de lo rápido que va, lo paso y sigo a lo mío. Pocos metros después me adelantan un par de corredores (uno de ellos con el pelo blanco, ya estamos de pitorreo...). Los primeros van disparados, nos han sacado mucha distancia en muy poco tiempo. Yo procuro que el del pelo blanco no se vaya demasiado lejos. A su lado va otro veterano, el que quedó detrás de mi en Lillo. Supongo que estoy en el sitio correcto, aunque no se si a la velocidad adecuada. He estado trabajando las dos noches anteriores a la carrera y apenas he dormido ni descansado. Confío en que voy bien entrenado, estoy en buen estado de forma y la prueba es corta.
El circuito es muy sencillo, una recta de un kilómetro y volver casi por el mismo sitio. Lo poco que se callejea hace que se completen los casi 2'5 km de cada vuelta. Digo casi porque además de que mi gps dio bastante menos, después lo he medido con un par de herramientas de internet y me salen 4'8 km totales.
Sobre el segundo kilómetro adelanto al corredor que también fue a Lillo, no miro atrás ni un momento, voy confiado y fuerte. Ali nos espera poco antes del arco de meta y hace su trabajo a la perfección:


Luego, en casa, viendo las fotos, me di cuenta de que el otro veterano me seguía muy de cerca en ese punto...

Primera vuelta. No miro el reloj, hay mucha gente animando en la plaza, supongo que eso hace que me acelere un poco. Un chaval más joven me adelanta en este punto y yo intento seguirlo o al menos, tratar de que no se vaya demasiado lejos, quiero afianzar mi posición.

Gracias a Uti por encontrar esta foto en la que según él, llevo cara de concentración. Pero no es eso lo que yo percibo. Empiezo a pagar todo de golpe: el no dormir, la salida demasiado rápida y el plato de lentejas que me comí poco antes de venir a correr... Me empieza a doler la barriga, a la altura del diafragma, signo inequívoco de que voy pasado de rosca. Miro el reloj y ya he bajado considerablemente el ritmo, pero me cuesta muchísimo mantenerlo. La interminable recta del primer kilómetro parece no tener fin. Me falta el aire, me pesan las piernas, los brazos, llevo el cuello agarrotado, todavía quedan dos kilómetros y lo peor de todo, el del pelo blanco no se deja atrapar :) :)
En el siguiente giro decido bajar un poco el ritmo a propósito, necesito coger aire. Volvemos a girar y miro de reojo hacia atrás. Me sigue un grupo a unos 30 metros, van dispersos, espero que no se pongan a dar relevos, ya que me alcanzarían con facilidad.
Cuando volvemos a encarar la larga recta veo la cola de la carrera, voy a tener que doblar a mucha gente que va andando y disfrazada. Por suerte apenas hay un momento en el que se estrecha mucho la cosa, pero no hay incidentes, al contrario, cuando se dan cuenta se apartan y dan ánimos. El público de las calles también aporta su grano de arena, hay mucha gente gritando y aplaudiendo. Hay que reconocer que en estos momentos, esos detalles ayudan bastante.
Poco a poco voy recortando metros al veterano que llevo delante, pero no me veo con fuerzas en absoluto para pensar en esprintar llegado el caso. Los metros van pasando y mi cara y mi respiración deben ser un poema. Se me está haciendo más largo que un maratón ¡madredelamorhermoso!
Últimos giros, paso al lado de Ali (no me ve hasta el último segundo), termino de darlo todo y cruzo la meta en 17'47''. Según los del cronometraje 18'14'', no entiendo por qué tanta diferencia...
Lo primero que hago es ir a preguntar la edad al corredor que me ha precedido (si, el del pelo blanco). Está tan sofocado como yo, me mira y me dice "yo tengo 48 años" olé, le doy las gracias y una sonrisa enorme me empieza a brotar de la cara. Enseguida llega Miguel, me ha ido pisando los talones (aunque luego me contó que dejó de verme poco después de que lo rebasara al principio). Para el reloj, le echa un vistazo y me abraza muy contento. Ha corrido por debajo de 4' el km, ¡TOMA YA!.
Charlamos y comentamos la carrera mientras bebemos agua y nos comemos el donut que nos da la organización. Le digo a Miguel que creo haber entrado entre los 15 primeros y que seguramente suba al podio. Buscamos a alguien que tenga un teléfono y pueda leer el código QR del dorsal, ya que, cosas de la era moderna, la clasificación provisional es instantánea. Alicia dice que su móvil no tiene, así que nos deja las sudaderas, la dejamos en la plaza y nos vamos a poner ropa seca y un abrigo.
Nada más vestirnos comprobamos los resultados:
14º de la general, primer veterano B buaaaa!!! que alegría!!!! corriendo de nuevo a la plaza para subir al podio!!
EL premio por ganar en categorías es muy generoso, una enorme copa y una cesta muy completa con productos de la tierra. He de reconocer que me ha encantado la prueba, a pesar de lo que he sufrido. Este año voy a tener dilema a la hora de decidir cual correr...