domingo, 18 de enero de 2015

III CARRERA POPULAR LAS PACES, VILLARTA DE SAN JUAN, ENERO 2015


          Dos semanas entrenando muy fuerte. Dos semanas en las que estoy cogiendo un estado de forma como nunca había tenido. El martes pasado, series de mil, a 3’33” de media. Esto pinta muy bien. Pero el jueves estuve currando de noche, y el viernes me dolía todo el cuerpo, por lo visto “he cogido frío”. Por la tarde, ese mismo día, me fui al parque con Ali. Hacía mucho frío y el viento era muy desagradable. Ella enseguida se marchó a casa. Hizo muy bien. Yo me quedé con Cristian, trotando y charlando. Pero los tres últimos kilómetros de mi entrenamiento no fueron nada bien. Se me subían mucho las pulsaciones y me dolían las piernas, la cabeza, la espalda…todo. El sábado lo pasé super-abrigado, pero congelado. También con dolores.
                El domingo amanece nevando. Me duele todo algo menos. Pero yo tengo la moral intacta, las ganas de correr, por las nubes; y si a eso le unes la compañía de un buen grupo de laguner@s (incluida mi hija Ali, que corre su primer 10000), el resultado solo puede ser positivo. Lo dicho: Uti, Floren, Casero, Bienve, Juanan, Carlos, Ali, Alfonso y yo nos juntamos al café y sin demora, para Villarta.
                La primera impresión de la organización es muy positiva. Gente en los cruces cortando carreteras, arco de meta con cronómetro, dorsal con chip, señalización en el suelo y una enorme sartén para hacer migas. Esto promete.
                En la recogida de dorsal encontramos a Miguel Vera (que será vencedor), también hay otros paisanos, Ángel y familia, además del amigo Bonilla (mmm qué buena liebre…). Amigos de Puerto Lápice, Miguel Ángel, Javito (Carrillo), Lorena … mucha buena gente.
                En casa he preparado dos pares de zapatillas, las K-Swiss viejas y las Adidas glide. Si llueve, las viejas, si el terreno está seco, las Adidas. Me quito el chándal y me pongo las glide, hoy pienso dar caña. Caliento en solitario, sin progresivos ni nada. Me dejo la bufanda tubular puesta, pues me duele algo el pecho, y antes de darnos cuenta, en primera línea de salida, junto a Vera.
                El pistoletazo es un cohete. Ha resultado divertido ver como algunos empezaban a correr nada más salir hacia arriba el artefacto, luego se frenan, y vuelven a arrancar con el ¡PUM!. Y, como en todas y cada una de las carreras populares del mundo mundial: desbandada. Hala!! Pero dónde váis!!??
                Al principio callejeamos algo por Villarta. Hay algunas calles con ligera pendiente, pero la peña no se frena, vamos todos muy frescos. Justo en el primer kilómetro adelanto a Javito. Me fijo en el reloj, que lleva 3’50” en funcionamiento, pero la distancia no coincide, pita unos metros después. Hasta el segundo kilómetro adelanto a varios corredores, entre ellos a Bonilla, y a mí me sobrepasa Toni (Molino Parra, Herencia) como un misil. Según la señal de la organización, voy todavía al mismo ritmo. Buena señal, me encuentro muy cómodo, aunque no dejo de pensar que esa comodidad se evaporará más adelante, en un punto indeterminado entre el 5 y la meta, y será ahí cuando mi veterano paisano me dé el hachazo.
                Al salir del pueblo subimos un puente para cruzar la autovía, y aquí también dejo unos metros atrás al amigo Luis Ortiz. Bajamos y nos pegamos a la carretera, por la vía de servicio. Giro la cabeza y veo a Uti, está muy cerca, me alegro un montón. Segundos después Floren me grita ¡Eladioooo, Eladioooo! Y yo subo el pulgar en señal de agradecimiento por sus ánimos.
                Ahora alcanzo a Víctor (Molino Parra) y se pega a mí de inmediato. Tiene la vista un poco estropeada, así que le voy cantando cada giro del circuito, cosa que me agradece. Voy tomando referencias con los kilómetros marcados por la organización, pero el garmin cada vez pita más lejos. Decido no hacerle mucho caso al gps, pues no es un aparato infalible. Con lo poco que me da de sí el cerebro, calculo otros 3’50” para el tres.
                Tenemos a Toni muy cerca, justo delante, y antes de llegar al cuarto kilómetro le damos alcance. Víctor sigue a mi lado y ambos le animamos para que se quede con nosotros, ya que siempre se va mejor en grupo que en solitario, pero no puede aguantar nuestro ritmo, se queda unos metros detrás.
Antes del quinto mil hay un giro a izquierdas. Se ve la cabeza de carrera. Bien, voy a contar los que van delante: uno, dos, tres…veinte, y yo ¡veintiuno! ¡Es muy buen puesto, espero aguantarlo hasta el final! Tras el giro sopla un fuerte viento de cara, y este que os escribe, curtido en mil batallas (jajaja) se pone detrás del tipo más alto que me precede. Qué alivio. Se nota un montón. Da la sensación de ir parado. Delante va un corredor con el pelo blanco (contrincante) y detrás se forma grupo, mal asunto. Doscientos metros haciendo el trenecito y Eladio que cambia de ritmo y adelanta a tres de golpe. Ha sido un cambio fuerte, se me han cruzado los cables, lo sé, pero mis piernas daban más de sí de lo que yo les estaba pidiendo.
Ahora voy el 16. El terreno empieza a cambiar. Se termina la gravilla y nos metemos en veguilla, algo blanda, vamos, lo que viene siendo jabón. Desde el kilómetro 6 el circuito pasa a ser más tipo cross que otra cosa. Pequeños sube bajas, algún giro y un pequeño cerro después del 7. Ahora tengo a la vista al 15 de la general. Tiene pinta de ser también veterano… jo, se me hincha la vena de la frente y en la subida al cerro doy un acelerón. En cuanto comienza a bajar se pone la mano en el costado y yo más que correr, voy dando saltos, aprovechando mi gran zancada para darle caza. Cuando estoy a su lado le pregunto si lleva flato y me contesta afirmativamente, pero se queda a mi lado, no flojea en absoluto.
Giramos y nos ponemos al lado de la autovía. Ahora vuelve a soplar el viento fuerte de cara. Le digo a mi nuevo acompañante que se ponga detrás, a rebufo, que luego me haga algún relevo y así nos ayudamos mutuamente. Pero no, yo me he crecido y en esa parte (que son unos 700 metros) marcando un buen ritmo, por lo que no puede ponerse delante. Es entonces cuando pienso que las fuerzas siguen conmigo, que el momento de ir decreciendo no llega, que el último kilómetro va a ser de infarto. Que se prepare mi colega si quiere llegar delante.
Pasamos por debajo de la autovía. Instintivamente todos bajamos la cabeza, da la sensación de que nos daremos un coscorrón con las vigas. Unos giros más y pronto llegamos a la señal del 9. Sin despedirme de mi acompañante, vuelvo a hacer un cambio de ritmo. Voy algo desorientado, sé que el puente romano es la parte final, pero el puente no llega. Van pasando los metros, yo sigo fuerte, pero ni idea de dónde está el puente. Queda muy poco, el corazón ya está pidiendo paso a la lengua, pero mis dientes, bien apretados, le dicen que siga bombeando, que ya se ve el puente hombre!!!
Guijarros mojados + Adidas glide = precaución. Ni caso, por debajo de 3’50”, no sea que me lleve una sorpresa.
Hay mucho público al final, todos gritando y animando, sólo eso te hace llegar a meta sin que te des cuenta. El crono marca más de 39 minutos. Está claro, el último kilómetro era de al menos 1200 metros, y yo no iba a 3’50”. No voy demasiado sofocado. Recojo mi bolsa y sin perder un minuto voy en busca de Ali. La encuentro sobre el 9 y desde allí voy con ella hasta meta. Su cara es una mezcla de enorme cansancio y “más enorme” felicidad por haber terminado la carrera. La mía es de orgullo, orgullo de padre.
Al ir a por su bolsa vemos las clasificaciones impresas. Antes de mirar la general, hay unos muchachos viendo los podios. Uno de ellos dice ¿Ropero, quién es ese?; a lo que contesto, “pues yo, no ves que he sido tercer veterano” jajaja. Menuda alegría. Luego, mi último acompañante en la carrera me dice que hay un error, que los premios no son acumulativos y que segundo y tercero de la general son veteranos … entonces … ¿yo? … ¡pues primero! TOMA YA!!!! La alegría de todos los laguneros es inmensa y eso se nota en los achuchones que me han dado.
Ahora, a seguir entrenando.



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