lunes, 24 de abril de 2017

Madrid, 23 de abril del 2017, la media del Rock&Roll...

    Algo en mi interior me decía que en la media de Madrid no iba a correr rápido. Algo me animaba a salir a disfrutar de la ciudad olvidándome de conseguir un buen registro. Debió ser algo muy poderoso, porque los niveles de competitividad los tengo muy subiditos y Madrid es un sitio excepcional para lucirse cuando uno está en buena forma. Con esa sensación en el cuerpo, consigo llegar a la salida con la mente fría, con los pies en el suelo, nada de locuras.
    Escaso calentamiento, acompañado de Juanan, y con tiempo más que de sobra, me voy al privilegiado cajón número 2, tras la élite. Mientras esperamos nuestro turno, disfrutamos del espectáculo de los clásicos paracaidistas, es muy emocionante. Cruzo algunas palabras con un corredor que hay a mi lado, y cuando nos queremos dar cuenta, estamos en medio de una amena conversación. La casualidad hace que entre las más de 22000 personas que allí nos agolpamos, mi nuevo amigo sea de Puebla de Almoradiel. Y eso no es todo, afirma conocerme (por las redes sociales, supongo), con la expresión: "¡claro, tú eres uno de Villafranca que corre mucho!". Hablamos sobre las marcas que venimos a buscar hoy y su respuesta es contundente: me voy contigo. Le advierto que si no me veo fino, bajaré el ritmo lo necesario, y a pesar de ello, se decide a correr a mi lado; y es que más vale ir con un conocido que correr en soledad...
    Pistoletazo de salida y al ataque!!
    No me cansaré de criticar a aquellos que se colocan delante del todo en estas carreras. Y cuando digo delante del todo, me refiero a delante de la salida, sin dorsal y ocupando la calle, estorbando a los que llevan (llevamos) un ritmo mucho más alto que ellos. Tardé tan solo 8 segundos en pasar bajo el arco de salida, es la ocasión en que más adelantado me he puesto, y a pesar de ello, tuvimos que sortear a muchísimos de estos corredores mal situados. En fin...
    Los 6 primeros kilómetros son en subida, lo tengo muy bien aprendido. No pienso echar a perder toda la carrera aquí, así que, tras los primeros metros, en los que hay que seguir el ritmo de la marabunta, busco mi cómodo ritmo de crucero y me voy adaptando a las circunstancias de la carrera, o sea, a adelantar gente y no estorbar a los pocos (casi ninguno) que me adelantan. En todo momento voy buscando con la mirada a Jose (así se llama mi compañero), y siempre me contesta: tranquilo, voy a tu lado.
    No llevamos ni diez minutos de carrera y noto que me cuesta trabajo hablar. Voy fresco, el ritmo es llevadero, así que no le doy mucha importancia. Cuando por fin se va alargando el pelotón, podemos correr juntos e intercambiar las primeras impresiones. Le digo a José que se fije bien, que apenas se aprecia la subida, y que si somos prudentes, en poco tiempo podremos ir mucho más rápidos.
    Nos adelantan los globos del maratón, los de 3 horas. Dentro de mi cabeza voy haciendo cálculos "estos van a llevar una media de 4'10" aproximadamente, si no se nos van muy lejos, llevaremos una buena referencia".
    En un santiamén llegamos al primer avituallamiento y me lanzo desesperado a por una botella de agua. Al haberme colocado tan pronto en la salida, descuidé la hidratación y llevaba la boca seca desde hace mucho rato. Pasamos el kilómetro 5 en 22'03" (daré siempre el tiempo neto), bastante discreto. Giramos en el 6, tras llegar a la cota más alta de la carrera y comenzamos la bajada.
    Los globeros van unos 15 metros por delante, y aunque comenzamos a rodar a 4 minutos pelados el mil, no rebajamos ni un solo metro. El ahora terreno faborable hace que me recupere enseguida del esfuerzo de la subida y me atreva incluso a ir intercambiando anécdotas de otras carreras con José. Presumo de marcas en maratón, de haber subido al Veleta, de haber hecho triatlón ... leche, el kilómetro 10!!! Había planeado tomarme un gel aquí, pero voy tan agusto que únicamente echo un trago de agua. Picamos 42'18". No está mal.
    Poco antes de despedirnos de los globos (sobre el kilómetro 14), encontramos algún repecho. Sabemos bajar el pistón lo suficiente como para perder pocos segundos y reservar fuerzas; mi compañero es también un experto y lee perfectamente mi forma de correr, nota enseguida que, llegados a este punto, cualquier esfuerzo innecesario pasará una elevada factura.
    El 15 lo abordamos en 1:03:10. Pero este dato ya no lo doy de memoria, si no revisando los parciales oficiales de la carrera. Hoy he venido a disfrutar y si me obsesiono con el tiempo, no va a ser así.
    Es ahora cuando por fin decido tomar el gel que llevo en mi cinturón. Seguramente no voy a notar el efecto, ya que apenas queda carrera, pero este gesto me va a dar un pequeño empujoncito. Ya vemos el parque del Retiro, ahora toca rodearlo y luchar contra las dos cuestas finales.
    Animo a José a terminar sin mi en el caso de que el calor, que está empezando a apretar ahora, y los kilómetros acumulados, mermen mis fuerzas. Contundente y muy animado, se niega, "pero hombre, hemos empezado juntos y juntos llegaremos a meta". No voy a tener suficientes palabaras de agradecimiento hacia él por animarme cuando empieza el calvario.
    Desde que empezamos la primera de las subidas voy sin resuello. Me noto con fuerzas todavía, pero la respiración ya no acompaña. Bajo el pistón, José se coloca delante animando y sigo corriendo con ganas. Una mala pasada me hace creer que estoy llegando al kilómetro 20, cuando de repente encontramos la pancarta del 19... Mentalmente voy entero, la carrera se me ha hecho muy corta, gracias a la conversación, pero ahora fallan las fuerzas y no me veo nada bien para enfrentarme a la última subida. Nuevamente, mi acompañante vuelve a levantarme el ánimo, se pone a tirar hacia arriba y yo detrás, con la mirada en el suelo, los dientes apretados y sabedor de que en muy poco llegaremos al final.
    El kilómetro 20 lo cruzamos en 1:23:56. Nos acercamos a la puerta del Retiro, llegamos a la mejor parte de todas, el final y cuesta abajo. Subidón de moral, alegría y a dar todo lo que queda dentro, pero sin excesos, claro.
    Tiendo mi mano a José para cruzar la meta y acabamos en 1:28:29 (1:28:37 oficiales). Por dentro me queda un sabor agridulce. Es una buena marca hoy, pero lejos de lo que yo sé que soy capaz de conseguir. Habrá otras ciudades, habrá otras carreras, ya me desquitaré.
    De 12122 llegados a meta, he sido el 193, el 26º de mi categoría, en la que corrimos 1234 "viejunos". Como ya he dicho antes a otros, creo que está bien ;-)
    La alegría más inmediata me la da Juanan, que ha pegado un buen mordisco a su marca, llegando en 1:34.
    La comida, el el restaurante que nos han preparado Jesús y Sonia, la paso con Marisa, Ali y el resto de laguneros, pero la cabeza está con Javi, en el hospital, que ha sufrido un golpe de calor. Un abrazo compañero.

1 comentario:

Anónimo dijo...

Mira que eres majo!!