lunes, 5 de junio de 2017

VII Carrera Popular Argamasilla de Alba, 4 de junio de 2017

    Tercer diez mil en pocas semanas en el que participo. La lógica dice que tendría que mejorar mis tiempos, pero esto de correr no son matemáticas puras; si no se dan todos los factores positivos el día de la carrera, no hay nada que hacer.
    A última hora decido cambiar Mota del Cuervo por Argamasilla de Alba. Y es que no quería dejar ir solo a mi hermano (vale, si, Argamasilla es completamente plana, eso también me llama la atención). Nos subimos al barco mi hermano, mi cuñado Rubén, que se está animando a todas las que voy, y yo. De pomponero va mi padre, olé!!
    Los entrenamientos fueron muy bien después de Sonseca. Incluso a principios de la semana pasada, las sensaciones eran muy buenas. Pero he acumulado muchos días durmiendo muy pocas horas, trabajando también de noche, y eso lo he pagado. Una vez ataviados de atletas, saludamos a nuestros conocidos, y, como no, la foto de rigor:

    Tras un breve calentamiento, nos colocamos en la línea de salida. Mi hermano me anima a ponerme delante, ya que quiero intentar rondar los 40 minutos "pelaos", pero prefiero quedarme un poco más atrás, ya que la salida despavorida típica en estos eventos, hará que desde el primer metro ya me ponga a la velocidad esperada.
    Dicho y hecho. Puntuales, comenzamos la prueba. Hace calor, pero no demasiado, sopla un poco viento, pero no demasiado, llevo mucha gente delante...pero no demasiados... En menos de 300 metros ya se puede correr con sitio de sobra para adelantar o dejar que te adelanten. En unos 500 metros, ya nadie volverá a adelantarme a mí*.
    He decidido llevar en la pantalla del Garmin el ritmo actual, para poder exprimirme lo justo y para no dormirme en los laureles. Desde el principio me encuentro muy cómodo, no me agobio en absoluto cuando veo que el primer kilómetro lo paso en 4'07", tengo tiempo para recuperarme. Acelero un pelín y punto. Continuamente voy rebasando a otr@s atletas. La organización nos ha informado que un 27 % son mujeres, o sea, más de 200. Es un buen dato, aunque todavía distante al porcentaje de otros países. Me gusta usar como referencia la bici que acompaña a las tres primeras, práctica que se ha consolidado (la de la bici) en muchísimas carreras. En un circuito tan llano, si veo bicis, es que voy bastante bien. Suele haber muy buen nivel en chicas.
    Las calles de Argamasilla son sombreadas. También hay un buen número de espectadores y estos son de los factores positivos que hacen falta para correr bien. Llegando al segundo kilómetro pasamos del asfalto a un camino de tierra. Tan solo en un lateral hay algo de sombra, pero todavía no voy tan cansado como para buscarla. El sol tampoco castiga demasiado, así que adelanto por el centro a unos cuantos más. Paso en 4'01", bien.
    Giramos y volvemos a población. Más sombra, más asfalto y muy cerca, el primer avituallamiento. Agarro una botella y le doy un generoso trago, que bien me ha venido. Como voy solo, no le ofrezco a nadie lo poco que queda y la tiro cerca de un contenedor.
    Las calles son "largas", los escasos giros apenas te hacen perder velocidad, pero al kilómetro 3 llego en 4'07". Hasta ahora he ido cómodo y me surge la duda de si tratar de acelerar o mantener. Lo más sensato será dejarme llevar por sensaciones. Si no he podido ir por debajo de cuatro minutos hasta ahora con facilidad, el objetivo de rondar los 40 minutos o menos, desaparece por completo.
    La noche anterior a la carrera estuve echando un vistazo a las clasificaciones del año pasado. Resulta que para hacer podio en mi categoría hay que rondar los 37 minutos, o bajarlos. Voy sin presión, hoy se de sobra que eso será imposible. Coloco el chip de "disfrutar" y punto.
    Y no hay mejor manera de disfrutar que seguir adelantando gente todo el rato....
    4'05" para el cuarto kilómetro. Pronto acabaremos la primera vuelta y allí estará mi padre animando. Vamos por una calle larguísima, en la que al final hay un puente para cruzar el Guadiana. El puente es pequeñito, pero aflojo bastante para subirlo, no voy a desgastar ni un gramo más de lo necesario de mis energías. Giramos a izquierdas, paso el 5 en 4'09" y saludo a Pepe con una sonrisa y el pulgar hacia arriba.
    Nuevamente por las anchas calles del principio, con su sombrita, disfrutando del día. Pero ahora ya voy notando cierto cansancio y el calor ha aumentado más de lo esperado. Tras un giro a derechas, llego al 6, en 4'07" y veo una bici delante. Es la tercera chica. Durante todo el recorrido he visto a otros ciclistas, pero estos ofrecían agua, un gran detalle de la organización.
    En el siguiente giro salimos de nuevo al camino de tierra. Esta vez la cosa no va tan bien como en la primera vuelta. Hace más calor y no hay sombra. Para colmo, durante la pasada semana he cogido algo de frío y voy congestionado. Inconscientemente, acelero un pelín para salir de allí cuanto antes y paso el 7 en 4'06". Pisamos el asfalto y me coloco a unos tres metros detás de la tercera fémina. Una de las bicis que la acompaña va constantemente buscando la sombra y se me cruza al menos tres veces, haciéndome frenar bruscamente. Con este gesto me acaba de dar la puntilla. Voy con las fuerzas justas y no estoy para estas cosas jeje. El 8 cae en 4'14" ( es lo que tiene acomodarse y dejar de adelantar...)
    Fijo la mirada al fondo de la calle, voy buscando el avituallamiento, ya no disfruto tanto... Esta vez, además de beber, me echo el agua por la cabeza, trato de evitar un recalentamiento.
    Y a partir de entoces ocurre algo que no esperaba. Se escucha a la gente decir que va un corredor "malo" por delante. Supongo que con eso se refieren a que va en malas condiciones. Cuando voy llegando a su altura y lo veo, se me vienen a la cabeza las imágenes del pequeño de los hermanos Brownlee. El pobre va de lado a lado. Se sube (sin querer) a la acera y choca con la pared. Lo insólito es que la gente, en lugar de ayudar, le anima a seguir...de locos. Le grito al de la bici que me de agua para él. Le vuelvo a gritar, y así hasta cinco veces hasta que me hace caso y me lanza un botellín. Lo pillo al vuelo, paro y vuelvo sobre mis pasos hasta dar con él. Le abro la botella y mientras le doy de beber le sujeto el brazo e intento sentarlo. Imposible. Apenas sin poder hablar, me dice que lo deje, que tiene que llegar a meta. Insisto, NO, ¡siéntate! Pero no me hace nada de caso, me empuja y contesta que andando llega bien. Ante tal cabezonería y después de, al menos, haberle dado agua, lo dejo seguir y reanudo la carrera.
    Paso el 9 y ya no miro el cronómetro, es lo de menos (ahora en casa veo que me fui a 4'31"). Continúo la marcha tranquilamente, paso de nuevo el puente y ya se ven los arcos de meta. Al final llego en 41'44".
    En meta están Antonio Layos, padre e hijo. Les saludo y rápidamente me voy con mi padre. Poco después llega Rubén, acalorado y al rato mi hermano, que tampoco pasó frío.

    Recomendaciones: ir rápido a la barra de la cerveza, porque como te descuides, se forma allí un pelotón enorme.
    La bolsa es muy generosa, la camiseta muy chula. Esta carrera es para repetirla.


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